La ciudad de Burgos ha dado la bienvenida a una nueva parroquia dedicada a Juan Pablo II, del que recibe además su nombre. El arzobispo emérito Francisco Gil Hellín ha sido el encargado de consagrar el altar de esta parroquia, ubicada en el el S- ... 4 de la capital (Villímar Oeste), que él mismo impulsó en 2010, cuando todavía estaba al frente de la archidiócesis de Burgos.
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Más de una década después de la erección de la parroquia, su iglesia ha sido dedicada este sábado coincidiendo con su fiesta litúrgica, a San Juan Pablo II. El santo papa será el encargado de «defender» la nueva parroquia «de los peligros materiales y espirituales», de «presentar a Dios las peticiones» de su comunidad y de «guiar y marcar el camino» a sus fieles para «alcanzar la eterna bienaventuranza del cielo», tal como señaló Gil Hellín en su homilía.
De hecho, la alocución del arzobispo emérito sirvió glosar las virtudes de Wojtyla, a fin de que los feligreses «pongan los ojos en ellas» y las ofrezcan «como un tesoro propio y específico al resto de las parroquias de la ciudad y la diócesis». En este sentido, invitó a la nueva comunidad a poner en el centro a Jesucristo, a la Virgen María y la familia, igual que hizo el papa polaco. «El grito-propuesta de san Juan Pablo II debe resonar sin cesar en vuestros proyectos y en vuestras acciones», diseñadas desde la perspectiva de la nueva evangelización, apuntó el arzobispo.
Aunque la parroquia lleva ya años funcionando en el conocido como S-4 de la capital, no ha sido hasta hoy cuando ese ha podido estrenar el templo. La arquitect, Adriana Cañada ha entregado las llaves del moderno edificio al arzobispo emérito, que ha abierto sus puertas para que accedieran a su interior los numerosos fieles y sacerdotes que han participado en la celebración, así como el arzobispo, Mario Iceta, el arzobispo emérito Fidel Herráez, el obispo emérito de Jaén, Ramón del Hoyo y autoridades civiles y militares.
La liturgia de dedicación del edificio a san Juan Pablo II estuvo cargada de simbolismos. Se asperjó con agua bendita las paredes de la iglesia y en su ambón se proclamó por primera vez la Palabra de Dios. Tras el canto de las letanías, sobre la base del altar se colocaron las reliquias del santo titular de la parroquia. Después, el arzobispo emérito ungió el altar y las paredes del templo con santo crisma y se quemó sobre el ara abundante incienso. Más tarde, un mantel y unas velas adornaron el altar, sobre el que se celebró por primera vez la eucaristía.
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Al concluir la celebración, el párroco, Julián Palencia, visiblemente emocionado, subrayó que «ahora este trocito de tierra es el lugar que tenemos que llenar de la gloria de Dios». Agradeció así a todas las personas que han permitido llevar adelante el proyecto y animó a la edificación de «una comunidad cristiana, verdadera parroquia». «Pasaos por San Juan Pablo II, merece la pena», pidió anunciar a sus feligreses.
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