Borrar
Las diez noticias imprescindibles de Burgos este martes 21 de enero
Imagen tomada desde Los Llanos de Aridane del volcán de La Palma EFE
Erupción La Palma

Las cenizas del volcán empeoran la calidad del aire y cierran el aeropuerto

Una nueva lengua de lava llega al mar y un terremoto de 4,3 grados sacude la isla, aunque los expertos descartan la aparición de otro cráter

Jueves, 7 de octubre 2021

Los palmeros se levantaron este jueves con picor de garganta y escozor en los ojos. Las cenizas que escupió el volcán eran tan abundantes que el aeropuerto de la isla tuvo que cerrar, incluso se vio afectado el de Tenerife Norte, que este viernes sufre ... retrasos en algunos vuelos y ha tenido que desviar otros al de Tenerife Sur. Las partículas en suspensión, capaces de entrar en los motores y causar graves averías, dejaron el aeródromo «inoperativo». Las dos compañías que operan en el archipiélago, Binter y Canaryfly, cancelaron los trayectos programados. Un nuevo brazo de la colada, que se desvió del frente rocoso, se deslizó ladera abajo al mediodía y cayó al mar entre la playa de Los Guirres y la del Charcón. Un contratiempo más para los agricultores. La rama, antes de desembocar en el océano, destrozó plataneras, varios depósitos y algún que otro edificio.

Si el miércoles la actividad volcánica parecía adentrarse en una fase de estabilidad, este jueves acabó la calma. La colada, que transcurría sobre una pista hecha por emisiones anteriores, ha experimentado un nuevo salto hacia delante. El nuevo cinturón de fuego se halla a unos 600 metros al sur con respecto a la fajana principal y se acercó al agua en la conocida como playa del Volcán, llamada así porque esta zona quedó afectada por la erupción del San Juan en 1949, entre la playa de Los Guirres y El Charcón. Esto ha obligado a evacuar a la población y también a científicos y técnicos de emergencias en la zona de La Bombilla. Además, la calidad del aire está disminuyendo por la entrada de una nube proveniente de la boca eruptiva.

La sismicidad está lejos de remitir. Un terremoto de 4,3 grados se sintió a las 12:17 horas en la villa de Mazo, a una profundidad de 35 kilómetros, según la directora del Instituto Geográfico Nacional en Canarias, María José Blanco. El seísmo ha sido sentido en puntos de Tijarafe, El Paso, Breña Alta, Los Llanos, Puntagorda, Fuencaliente, Garafía, Santa Cruz de La Palma, Breña Baja, Tazacorte y San Andrés y Sauces. Se trata del temblor más intenso desde el inicio de la erupción volcánica en Cumbre Vieja.

El hecho de que se produzca a tanta distancia de la superficie terrestre tranquiliza a los vulcanólogos. Se trata del seísmo más fuerte que se produce en el territorio desde que estalló el volcán. Para los expertos del Plan Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca) el temblor no significa que se vaya abrir un nuevo cráter, a la vista de que la deformación del suelo no se ha agrandado mucho y la presión de los gases se mantiene estable. Los técnicos detectaron una veintena de seísmos.

Un olor a azufre atufaba este jueves el aire en el valle de Aridane. Aparte de la incomodidad, el dióxido de azufre es un buen indicador de la virulencia del volcán. El hecho de que no retroceda es una mala noticia y anticipa que la erupción tiene pinta de prolongarse en el tiempo. Así las cosas, la calidad del aire, que en días pasados era buena, ahora ha bajado y merece el calificativo «regular».

En las estaciones de medición se registraron picos de hasta 667 microgramos de dióxido de azufre por metro cúbico, niveles que superan el umbral de alerta, establecido en 500 microgramos. Con todo, es una toxicidad tolerable para el conjunto población, salvo las personas con deficiencias inmunitarias.

El empeoramiento del aire obedece a una inversión térmica ocurrida a altitudes de entre 600 y 700 metros y al viento débil, lo que dificulta que se diluya la nube de ceniza y gases. Hasta el sábado la situación no mejorará, según los pronósticos meteorológicos.

Por otra parte, con el empuje por los vientos procedentes del océano de las cenizas afectaron a la costa oriental de La Palma, lo ha obligado a cerrar el aeropuerto. La termina estaba «inoperativa por el momento», ya que hay «que hacer trabajos de limpieza» de las pistas, según Aena, algo que ya había sucedido del 25 al 29 de septiembre, cuando el aeropuerto de La Palma interrumpió sus operaciones debido también a las cenizas volcánicas.

La superficie ocupada por la lava alcanza ya las 431,2 hectáreas, 9,27 hectáreas más que la víspera. Además de viviendas y cultivos, la lava ha arrasado 26,47 kilómetros de carreteras. En una escala de ocho, el nivel de explosividad se mantiene en dos, mientras que permanecen activos tres centros de emisiones en el cráter y uno en el lateral norte del cono principal. La fajana sigue creciendo, de modo que la profundidad se sitúa a 250 metros y la distancia desde la costa alcanza los 500.

El Gobierno anuncia iniciativas para relanzar la economía de la isla. La ministra de Industria y Turismo, Reyes Maroto, dijo que la Administración central impulsará un plan de recuperación turística específico para la isla que por ahora no está ni siquiera perfilado.

Calabobos que tiñe todo de negro

Las cenizas arrojadas por el volcán se posan en la cabeza, se enredan en el pelo y al final acaban llegando a todo los rincones del cuerpo. Las pavesas, que tienen la textura de cristales, son un incordio para las personas que llevan lentillas. La carbonilla en los ojos es la peor compañía del residente en la isla. O el afectado se hace con un colirio o ya puede dotarse de unas buenas gafas protectoras. La lluvia de cenizas crispa los nervios. No es liviana, como la de un cigarrillo, sino arena negra, recia y afilada. Persistente como un calabobos, no moja el suelo, sino que lo tizna todo, coches y mobiliario urbano incluidos. Quien no corre vuela y ya hay webs que venden en internet bolsas de ceniza y piroclastos por 20 euros.

«La arena me enloquece», dice Nieves, una trabajadora de una residencia de ancianos que toma un café en un bar de Tazacorte con su amigo Jesús, que acaba de perder su empleo en un almacén de plátanos. Las plataneras dominan el paisaje del pueblo y son el principal sustento de la isla de La Palma. En el puerto, los pescadores limpian con una manguera la arena negra volcánica que cubre las barcas de pesca. No hay mucho más que hacer. Aunque se puede faenar, las capturas no siempre están limpias. La arenilla volcánica que tragan los peces hace que muchos pescados sean imposibles de comer.

La pesca, el turismo y la agricultura están tocados. Después de más de un año, los reveses se suceden. A la isla se han acercado decenas de periodistas, científicos y «noveleros», como describe a los curiosos una empleada del ferry Tenerife-La Palma. Son gente con ganas de grabar en sus retinas las espectaculares imágenes de las explosiones y el humo escalando el cielo. Una estampa que maldita la gracia que hace a los lugareños.

Los rostros de los vecinos de Tazacorte, con fama de gente amigable, se han tornado graves y preocupados. «Aquí la gente era alegre, y ahora van cabizbajos», explica Cristina Sánchez, una vecina de los Llanos, desde cuya azotea se vislumbra perfectamente el volcán.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

burgosconecta Las cenizas del volcán empeoran la calidad del aire y cierran el aeropuerto