La megaestructura, dos esbeltas torres coronadas por un cono invertido en forma de diamante que albergan 256 viviendas, no es la primera que desafía las leyes de la física en esta ciudad, símbolo del turismo de sol y playa, pero sin duda es la que ha protagonizado una trayectoria más azarosa. Quince años ha costado concluir el proyecto, que ha sufrido todos los embates imaginables y tenido que cruzar un auténtico infierno hasta poder, por fin, arañar el cielo. Las obras empezaron en 2006. Estaba previsto que durasen cuatro años, pero la crisis económica dio al traste con todas las previsiones y abrió una época de incertidumbre que se prolongó por espacio de una década.
Primero fue la constructora que se había hecho cargo de las labores: problemas financieros y técnicos la llevaron a presentar un ERE y a quebrar al poco tiempo. Tampoco la promotora inicial, Olga Urbana, tuvo mejor suerte. Los trabajos habían comenzado con un préstamo de la entonces Caja de Ahorros de Galicia por 100 millones, pero la deriva económica lo dinamitó todo. En 2012, la Sareb, la sociedad encargada de vender los activos problemáticos derivados de la reestructuración bancaria, rescató el proyecto, haciéndose cargo de la deuda que acumulaba cuando ya estaba ejecutado al 90%. La promotora, insolvente a todas luces, acabó solicitando el concurso de acreedores, lo que abrió la espita de una bronca batalla judicial que en la práctica paralizó el proyecto.
No sería hasta 2017 cuando SVP Global, un fondo son sede en Connecticut (EE UU) especializado en activos 'con problemas' compró el edificio al Sareb -se especula que por 60 millones, aunque no se confirmó-, logrando lo que hasta entonces nadie había conseguido: devolver la esperanza en un proyecto que a esas alturas languidecía en un solar a 300 metros de la playa de Poniente.
Fuego cruzado
«La esperanza es lo último que se pierde. Pero sí, hubo un tiempo en que pensamos que el proyecto no vería la luz», admite Consuelo Arana. Ella es la directora del estudio de arquitectura Pérez-Guerras, encargado del diseño de Intempo y de las posteriores modificaciones «que respondían al deseo del nuevo propietario porque los espacios comunes tuvieran más peso en el conjunto, conforme a las nuevas tendencias», lo que obligó, entre otras cosas, a reducir el número de viviendas.
Si se le pregunta a Consuelo Arana por cuál ha sido el mayor desafío que ha planteado el proyecto -aparte de sacarlo adelante entre el fuego cruzado de los bancos, se entiende-, contesta que construir el puente sobre el que se apoya el diamante, y que hubo que desplazar de la torre de poniente a la de levante para ir luego sumando plantas. «Un cono, no lo olvide, a 150 metros de altura, sobre la planta 36, calculado al milímetro». Su orgullo.
La construcción recayó en Dragados, que retomó las obras en 2019 y las concluyó este pasado junio, explica Jorge Romagosa, Product Manager de la promotora Uniq Residential, que ha anunciado que empezará a entregar las llaves a finales del verano. «Hasta el momento ya se han vendido el 40% de las 256 viviendas de lujo con que cuenta el rascacielos». Entre los clientes hay de todo, lo mismo españoles -sobre todo procedentes de Madrid, País Vasco y Castilla- que extranjeros, donde predominan rusos, escandinavos, franceses y alemanes. «Todos ellos responden básicamente a tres perfiles: el residente, que disfruta del piso todo el año o parte de él; el inversor, que adquiere la propiedad para obtener un rendimiento económico; y luego un comprador que llamamos mixto, que usa las instalaciones algunos meses y el resto del tiempo lo alquila».
Desde 250.000 euros
Intempo Sky Resort es un prodigio de cifras, pero sus promotores no las necesitan para abrumar, salvo quizá las referidas al precio. Las viviendas más asequibles se sitúan por debajo de la planta 22 y las más caras, en ese diamante que corona la estructura y que es el símbolo del edificio: «ocho niveles con capacidad para 32 apartamentos, de 3 y 4 dormitorios, desde donde se disfrutan unas vistas privilegiadas de toda la bahía y las montañas, y la privacidad está garantizada», desliza Romagosa. ¿De qué precios estamos hablando? Desde 250.000 hasta el millón de euros, y en medio todos los grises intermedios que quieran imaginarse en base a la altura o el número de habitaciones.
Pero si algo destaca al rascacielos son sus servicios comunes, propios más de un hotel de cinco estrellas que de un bloque residencial y que suman 13.000 metros cuadrados. Restaurante exclusivo para los propietarios y terraza de 1.200 metros cuadrados en la torre de levante, zona infantil en la de poniente, un atrio de entrada con siete ascensores y acceso para automóviles 'valet zone'. Por cierto, hablando de vehículos: las tres plantas de garaje tienen capacidad para 350 plazas de aparcamiento y permiten disponer de 256 trasteros. Y eso sin contar las dos piscinas que hay en la parte posterior del edificio -una para adultos, de 800 m2, y otra para niños, de 90-.
Fisio, personal trainer...
Hay dos elevadores más para subir de la planta 46 a la 47, donde se encuentran el gimnasio y la zona de wellness, la situada a mayor altura de Europa, con jacuzzi, sauna, habitaciones de masaje, rooftop... Y una piscina tipo 'infinity' donde la lámina de agua se funde con el horizonte. Si usted tiene vértigo, mi más sentido pésame. Mientras, abajo en la calle, a 198 metros de distancia, los demás mortales se afanan en cargar con la tumbona o en llegar hasta donde han dejado la toalla sin que se les derrita el 'Calippo'.
«Fisioterapeuta, entrenador personal... hasta servicio de recogida en el aeropuerto o de gestión de alquileres», desgrana el Product Manager. Y exclusivo para los residentes. Así que si alguien está pensando en cruzar el umbral y hartarse a sacar fotos para luego colgarlas en Instagram, que se vaya olvidando, porque el edificio no es ningún parque temático y entrará solo quien quiera el dueño.
Para Miguel Ángel Sotillos, Intempo es el último hito de un concepto de ciudad que lleva 60 años buscando la singularidad. «Ocurrió antes con el rascacielos Neguri Gane o con el hotel Bali, durante muchos años el más alto de Europa. Benidorm siempre ha funcionado como un polo de atracción de promociones que desafiaban los límites, lo que le ha llevado a obtener un reconocimiento en el mercado y, a su vez, a animar a los inversores. Una simbiosis perfecta y más en un momento como el que vivimos».
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202,5
metros es la altura del coloso, desde el suelo hasta el último forjado, señalan desde el estudio del arquitecto Pérez-Guerras, encargado de su diseño. El rascacielos tiene 47 plantas habitables sobre rasante y otras 5 técnicas de servicio. Bajo el suelo se ha construido un garaje de tres pisos con capacidad para 350 plazas de aparcamiento y 256 trasteros.
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Más de un millón por residir en el piso 45
256 viviendas contiene Intempo, con precios que oscilan entre los 250.000 euros y hasta superar el millón. Las más asequibles se encuentran entre las plantas 1 y 22, y las más lujosas ocupan el cono invertido con forma de diamante, entre los pisos 38 y 45, con hasta 4 habitaciones y llegando a superar los 250 metros cuadrados.
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26
edificios superan los 100 metros en Benidorm, la tercera localidad española con más estructuras de este tipo. En 2011 era la ciudad del mundo con más rascacielos por habitante.
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13.000
metros cuadrados de zonas comunes. La terraza de la torre de levante contará con un restaurante exclusivo para propietarios y una piscina decorativa, y la de poniente albergará una gran zona infantil. El lobby de entrada ocupa más de 600 m2, tiene una altura de 7 metros y da acceso a 7 ascensores (tres por torre y uno independiente para el restaurante).
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Cifras mareantes para un proyecto de altura
Peso aproximado de la estructura del edificio: 80.300 toneladas, de las que 71.000 corresponden a los 31.000 metros cúbicos de hormigón transportados en 3.800 camiones, y 4.400 toneladas al acero en armaduras forjado. La fachada es de aluminio estructural y tiene 11.600 metros cuadrados de vidrio.
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46-47
Esas dos plantas acogen el gimnasio y la zona wellness (piscina infinity, zonas de masaje, sauna, jacuzzi y rooftop). Los más altos de Europa todos ellos.
«Cualquier edificio emblemático refuerza la marca de una ciudad, pero si algo pone de manifiesto este es que, a pesar de los vaivenes económicos y sociales, Benidorm conserva su tirón y tiene demanda -abunda Sotillos-. Si Intempo simboliza algo es ese mensaje de resiliencia, incluso en los escenarios más adversos».
«Es parte del skyline de la ciudad, ya era hora de verlo vivo», dice el alcalde
Antonio Pérez, alcalde de Benidorm (PP), confiesa que contemplar una parcela tan golosa paralizada durante tanto tiempo le ha traído durante años por el camino de la amargura. «La crisis económica, la sanitaria y las consecuencias que una y otra han tenido sobre el sector inmobiliario», enumera, han impedido hasta ahora materializar lo que en su momento fue una «gran apuesta». Una década formando parte del skyline de la ciudad, «ya era hora de verla rematada, a punto de ser ocupada... y viva».
Pérez no oculta su orgullo por un proyecto «absolutamente singular, ejecutado con la máxima calidad y con unas vistas maravillosas de la ciudad y de la bahía. El edificio más fotografiado». Para el edil, el rascacielos es «el símbolo de la pujanza y la resistencia»; la expresión, dice, del resurgir de la zona de Poniente, «donde se está dinamizando la ciudad con la construcción de nuevos viales y más zonas verdes».
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