Joaquín Aldeguer

Baerbock, la esperanza verde para Alemania

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La candidata a la presidencia más joven de la historia, más radical que Merkel, compensa su falta de experiencia de gobierno con una capacidad de trabajo abrumadora

JUAN CARLOS BARRENA

Domingo, 2 de mayo 2021, 00:35

Joven, fresca, segura de sí misma, ambiciosa, excelente negociadora, pragmática y competente. Esos adjetivos y valoraciones surgen en todos los comentarios políticos de los medios alemanes, cuando se habla de Annalena Charlotte Alma Baerbock, la candidata de Los Verdes a la Cancillería Federal. A ... sus 40 años de edad, la más joven en la historia de Alemania y, de conseguir su objetivo, la primera madre en llegar a la jefatura del gobierno germano. Quienes quieren poner pegas a su candidatura solo ofrecen como argumento su falta de experiencia de gobierno. No ha sido hasta ahora ni ministra ni jefa de un ejecutivo regional. Pero compensa la falta de esa pericia con una capacidad de trabajo abrumadora. «Devora actas, se prepara minuciosamente y profundiza en los temas, buenas condiciones previas para asumir el cargo», comenta el profesor de politología de la Universidad Libre de Berlín Thorsten Faas.

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En todo caso, su candidatura para suceder a la conservadora Angela Merkel en el poder ha dado alas a Los Verdes y un vuelco a las encuestas. Desde que fuera nominada, todos los sondeos sin excepción anuncian un triunfo de los ecologistas y la derrota de la Unión de cristianodemócratas y socialcristianos bávaros en los comicios generales de septiembre próximo.

Hija de un ingeniero y una pedagoga social, Annalena Baerbock se crió con dos hermanas en la pequeña localidad bajosajona de Pattensen, junto a Hannover. Sabe desde pequeña lo que es una manifestación. Sus padres llevaban siempre de la mano a sus hijas a protestas antinucleares. Y es una consumada deportista. Desde niña fue gimnasta de trampolín en cama elástica y guarda tres medallas de bronce en sendos campeonatos de Alemania en esa especialidad olímpica. Un frágil tobillo le obligó a dejar el deporte de competición.

Entre 2000 y 2005 estudió Ciencias Políticas en Hamburgo y seguidamente sacó un master en derecho internacional y política exterior en la London School of Economics. Malte Müller-Michaelis, amigo suyo durante los estudios y hoy reportero en Der Spiegel, cuenta que entonces todos pensaban que le tiraba la socialdemocracia, pero acabó afiliándose a Los Verdes cuando se convirtió en jefa de la oficina de la europarlamentaria ecologista Elisabeth Schroeter. Tres años para sumar experiencias políticas en Bruselas y Estrasburgo.

De allí pasó a asesorar al grupo parlamentario de Los Verdes en el Bundestag en política exterior y de seguridad. Entre 2009 y 2013 presidió el partido en el estado federado de Brandeburgo y ese último año fue elegida por primera vez diputada de la cámara baja alemana, donde se ha ganado la fama de ser una gran experta también en materia de medio ambiente y protección del clima. En los sondeos para la formación de una coalición de gobierno tras los comicios de 2017 entre conservadores, liberales y verdes, dirigió para su partido las negociaciones sobre medio ambiente y política energética y se ganó la fama de ser una competente y persistente defensora de los intereses de los ecologistas.

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Merkel se mostró entonces impresionada por sus conocimientos y su enérgica dialéctica. Hasta que alcanzó hace tres años la copresidencia de Los Verdes era prácticamente una desconocida. Entonces se impuso inesperadamente en un congreso en Hannover tras un discurso eufórico de presentación, lleno de entusiasmo y confianza en sí misma y en el que dejó claro que en el liderazgo bicéfalo de Los Verdes no se conformaría con ser «la mujer al lado de Robert Habeck, sino una nueva presidenta». Ambos se han empeñado desde entonces en llevar a los ecologistas al poder y parece que podrían conseguirlo.

Casada con un relaciones públicas y asesor político, y madre de dos niñas en edad escolar, Annalena Baerbock, es entre tanto la chica bonita de Los Verdes. Fue elegida para el cargo con el 97% de los votos en el último congreso. Su compañero Habeck, un carismático orador, superó solo el 90% de los votos. Juntos han logrado además conciliar a las facciones del partido y pese a ser ambos 'realos', cuentan con el apoyo declarado de los 'fundis', los radicales fundamentalistas del ecologismo alemán.

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Hasta el empresariado alemán quiere a la líder verde al frente del gobierno germano. Un sondeo entre 1.500 ejecutivos de grandes empresas germanas revela que el 26,5% votaría por Baerbock en una elección directa, un 16,2% por el liberal Christian Lindner y solo un 14,3% por Armin Laschet, el candidato conservador. La industria alemana tiene una buena relación con los ecologistas. Desde 2011 gobiernan en Baden-Württemberg, el estado más rico del país y sede, entre otras, de Daimler, Audi y Porsche, pero también de Bosch, Liebherr, SAP o ABB.

Loca por el fútbol

'Alemania-Todo es posible' es el lema de Los Verdes para los próximos comicios. Parece hecho a medida de la aspirante a canciller federal. Su tema bandera es el medio ambiente y el cambio climático. Defiende descargas fiscales para la gente de pequeños y medianos ingresos y mayores impuestos para ricos y personas con salarios elevados. Y en política exterior es una europeísta convencida que defiende el proyecto de unos Estados Federados de Europa.

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Frente al belicismo y las oscuras actuaciones de la inteligencia rusa, más presión a Moscú. Y ante China una política de «diálogo y dureza» en la que las democracias liberales hagan alarde de sus valores, dice Baerbock.

Posiciones más drásticas que las que defiende hasta ahora la cauta Merkel. Las dos políticas, que por su diferencia de edad podrían ser madre e hija, tienen una pasión común, el fútbol. Con la diferencia que a la mayor de las dos nunca se le ha visto marcar un gol que no fuera metafórico y Annalena Baerbock no duda en calzarse unas botas de tacos.

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Cuenta su antiguo compañero de estudios universitarios Müller-Michaelis que incluso el día de su boda en 2007, tras la ceremonia y antes del banquete, cambió su vestido blanco por un pantalón corto y su velo por una camiseta y jugó un encuentro de familiares y amigos del novio contra los allegados de la novia. Naturalmente ganó el equipo de Annalena.

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