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La UME de Cáritas Burgos cuenta con ocho plazas. PCR
Aumenta la infravivienda en Burgos y disminuye el número de personas sin hogar en la calle

Aumenta la infravivienda en Burgos y disminuye el número de personas sin hogar en la calle

La Unidad de Mínima Exigencia (UME) de Cáritas tiene una alta ocupación desde que abrió, en noviembre, y ofrece cobijo a las personas sin hogar en las noches más frías del año

Sábado, 19 de febrero 2022, 09:36

El objetivo está claro: evitar que la gente se muera de frío en las calles de Burgos. Alrededor de treinta personas pasan cada año por la Unidad de Mínima Exigencia (UME) que gestiona Cáritas, a través de un convenio con el Ayuntamiento de Burgos. Son ... personas sin hogar a las que se ofrece un lugar dónde pasar la noche durante los meses más fríos del año, desde noviembre a abril, y también la posibilidad de desarrollar una conexión humana que les abra las puertas a salir de una situación cronificada de calle.

Una ola de frío bastante fuerte, a principio de la década del 2010, en la que murieron cuatro personas en quince días fue el último empujón necesario para que el Ayuntamiento crease este albergue invernal. Estuvo impulsado por la fallecida Ana Lopidana, concejal de Servicios Sociales, y la gestión se encargó a Cáritas, que a través de su programa de sinhogarismo llevaba tiempo dándole vueltas a la necesidad de contar con un centro de día o albergue invernal. «Por aquel entonces, había mucha gente en la Plaza Vega», recuerda David Alonso.

Los primeros años de la UME «fueron caóticos», con incluso 64 personas atendidas. La media anual son 30 usuarios. Y este año la UME «ha estado ocupada desde el minuto uno», con una ocupación alta, de entre seis y siete personas, incluso llegando algún día a las ocho, que son las plazas máximas con las que cuentan. Seis están conveniadas con el Ayuntamiento, que aporta el dinero para mantenerlas, y las otras dos las sufraga Cáritas. «Lo ideal sería que pudiéramos tenerla abierta todo el año», pero no es sostenible, así que se conforman con paliar los meses más duros.

Los usuarios son mayoritariamente hombres de entre 30 y 60 años. Este año, sin embargo, han atendido también a varios mayores de 60 años y varios menores de 30, incluso uno de 18 años. Todos en situación cronificada de calle, «realidades que nos tienen que hacer reflexionar», afirma Alonso, porque no puede ser asumible que chicos jóvenes estén ya en la calle y requieran de una intervención del programa social.

El programa de personas sin hogar de Cáritas Burgos cuenta con 70 voluntarios. PCR

Alonso recuerda que la UME está destinada a personas que llevan mucho tiempo en la calle, pero que por sus circunstancias no cumplen con los requisitos mínimos que se exigen en el Hogar San Francisco. Llegan a través del programa 'café calor' o de las intervenciones de Policía Local, pero David Alonso apunta que «la realidad está cambiando. No estamos encontrando tanta gente durmiendo en la calle sino en infraviviendas». En viviendas okupadas, abandonadas, locales, en construcción.... En 'café calor' son entre 3 y 4, cuando en época precovid eran entre 10 y 15.

Con la pandemia, además, se ha generado un nuevo paradigma social. «Nos estamos empezando a encontrar gente con nuevas problemáticas». Ya no llegan solo personas con pobreza estructural, que llevan mucho tiempo en la calle, están en situación de pobreza o exclusión. También llegan con pobreza sobrevenida, y se notará más a medida que avancen los meses y se vayan acabando los recursos sociales (ERTE, renta garantizada, ayudas...). A ellos se suma un agravamiento de los problemas de salud mental, por el efecto de la pandemia y de los retrasos en la atención sanitaria.

David Alonso explica que llegan muchas menos mujeres a los programas de personas sin hogar pero en una situación personal mucho más dura. «Llegan rotas, con una ruptura familiar mucho más dolorosa y mucho más deterioradas» que los hombres, pues a ellas les cuesta mucho más romper con los lazos familiares y afectivos. De este modo, las que acaban en los programas sociales es porque se encuentran en una situación crítica.

Alternativa

El programa de personas sin hogar de Cáritas Burgos cuenta con tres técnicos, 70 voluntarios y profesionales en prácticas. En la UME hay seis voluntarios de noche y dos educadores. También han conseguido implicar a seminaristas, porque «es importante porque los futuros sacerdotes sepan cuál es la realidad social que se van a encontrar en sus parroquias». Entre todos trabajan no solo para ayudar a que las personas sin hogar no pasen la noche en la calle, sino también para conseguir que encuentren una alternativa a su sinhogarismo. «Hemos conseguido que el 93% de las personas que entran en la UME inicien procesos».

«A las personas, cuando se les dedica tiempo, se sienten acogidas. Si tienen un espacio para poder dormir, ducharse... si se les da un poco de calor humano, se pueden generar vínculos para que dejen de pensar que lo mejor es vivir en la calle», apunta Alonso. «La gente que está en la calle no es por que quiere, la problemática es mucho más complicada. Muchos quieren salir de esa situación y, si se les da esa oportunidad, la aprovechan».

Desde Cáritas Burgos, David Alonso afirma que estamos «faltos de ciudadanía». En la ciudad es muy difícil que alguien se muera de hambre, pues los diferentes recursos asistenciales garantizan la cobertura de necesidades básicas. Sin embargo, lo que sí falla es que «los ciudadanos cuiden a sus vecinos. Si nos cuidamos entre nosotros va a ser mucho más fácil», apunta el técnico. Alonso le pide a la sociedad burgalesa «que tenga corazón, que abra los ojos y vea esa realidad». Las personas sin hogar «lo están pasando mal, tienen mucho dolor y, a veces, una simple escucha vale más que darles un euro».

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