Apuñalado en Gijón por su hermano un hombre condenado por matar a su novia

El hombre, de 55 años, sufrió una profunda herida de arma blanca en el costado izquierdo. Cuando los servicios sanitarios de emergencia llegaron al lugar estaba consciente y a priori parecía no revestir gravedad. Sin embargo, su estado se agravó en el traslado al Hospital de Cabueñes, donde llegó con riesgo vital.

El apuñalamiento tuvo lugar sobre las 16.30 horas. Era la tercera vez del día que los vecinos llamaban a la Policía por los gritos y los golpes procedentes de su piso del número 15 de la calle Cabrales. Los agentes acudieron a las once de la mañana, también pasadas las dos de la tarde y por última vez a las cuatro, cuando de la fuerte discusión pasaron a las manos y a una agresión con un cuchillo de grandes dimensiones. A la entrada del portal, un gran charco de sangre de la víctima. Mientras los técnicos del SAMU le atendían en una UVI Móvil, los agentes de la Policía Nacional intervenían en la vivienda en la que se encontraba el presunto agresor: uno de los hermanos que cuenta también con antecedentes y que, al parecer, es toxicómano y en la actualidad padece una grave enfermedad de garganta. Fue detenido y trasladado también a un centro sanitario para que le tratasen de los cortes superficiales que presentaba en los brazos.

«Los problemas en el piso son constantes. Llevan así toda la vida. Primero vivían con los padres, que ya murieron, y también fueron faltando el resto de hermanos, ahora sólo quedan ellos dos pero raro es el día en el que no pasa algo en ese piso», lamentan los vecinos, «hartos de que el edificio no sea un lugar seguro».

Y es que la fama les precede. El ayer apuñalado fue condenado a 15 años y nueve meses de cárcel por matar a golpes a la que era su novia, Sonia Reinaldo. Ocurrió en una pensión de la calle Magnus Blikstad en la que ambos vivían. Una vez muerta, la envolvió en una sábana, la metió en el maletero del coche de un hermano y la llevó a una finca de Cenero propiedad de otro hermano. El cadáver fue encontrado días después por una vecina que al salir a pasear notó un fuerte olor putrefacto. Cumplió la condena por los delitos de homicidio y maltrato habitual y al salir de la cárcel volvió al piso de la calle Cabrales, «para desgracia de los vecinos».