Álvaro es un niño risueño. Pese a que está afectado por una enfermedad que le aboca a la inmovilidad, estos días se siente un superhéroe. Enfundado en un robot que se llama Atlas 2030, se ejercita en dar pasos lentos pero seguros, supervisados por ... especialistas que anotan los progresos en su tratamiento. El crío, de 9 años, padece atrofia muscular espinal y gracias al artilugio diseñado por la empresa Marsi Bionics puede caminar lentamente en lo que es una terapia integral. «Es una sensación que no se puede describir. Es como si un día te levantas sin poder hacer nada y esa tarde lo puedes hacer todo», asegura Álvaro.
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Elena García Armada, investigadora en el Centro de Automática y Robótica del CSIC y cofundadora de Marsi Bionics, está más que satisfecha: después de ocho años de trabajo, el artefacto podrá llegar a los hospitales y a los niños que lo necesiten, también a los afectados de parálisis cerebral. «Es un dispositivo dotado de múltiples sensores que detectan el estado de las articulaciones del niño y su intención de movimiento. Dependiendo de la capacidad que tenga de ejercer un poco de fuerza, el aparato lo detecta y le ayuda a dar el paso. También tenemos la posibilidad de trabajar de forma pasiva; el fisioterapeuta programa el patrón de marcha y la máquina lo reproduce».
Es un día de celebración, tanto para niños y padres como para los investigadores. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios aprobó la comercialización del exoesqueleto para España y el resto de países de la Unión Europea. García Armada alega que el prototipo inaugura un nuevo horizonte en la neurorehabilitación. «En este momento los niños se sienten capaces de caminar y el impacto en su motivación y autoestima es tremendo». El exoesqueleto Atlas 2030, un robot que se acopla a las atrofiadas articulaciones del niño, no solo le ayuda a incorporarse y caminar, sino que le hace sentirse poderoso, como si hubiera dado un paso de gigante en su autonomía.
El proyecto de embarcarse en el desarrollo de este ingenio le llegó a Armada a través de los padres de Daniela, una niña tetrapléjica. Los progenitores vieron exoesqueletos hechos 'ex profeso' para adultos, y se preguntaron si no había una alternativa para su hija. En el caso de los niños, el armazón debe adaptarse a la constitución del menor y a su crecimiento, de manera que responda a las demandas personales de cada usuario. Esta circunstancia movió a García Armada a aceptar el desafío y se puso manos a la obra.
Víctor, otro niño que se mete dentro de la piel robótica del Atlas 2030, comprueba su mecanismo, construido con titanio y aluminio y que pesa 12 kilos. La terapia permitirá a Víctor fortalecer sus débiles músculos.
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La atrofia muscular espinal no es una enfermedad muy generalizada, aunque en España se estima que existen entre 300 y 400 familias con alguien aquejado por la dolencia.
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