Adriana García: «Somos tan capaces como los hombres de sacar un partido adelante»

El curso de formación lo comenzó en septiembre y en enero se colgó el silbato por primera vez. No sería la última. En un mundo en el que tradicionalmente solo tenían cabida los hombres, Adriana llegó para quedarse. «Ese año comprobé que los días que jugaba en Burgos me ponían a arbitrar y los días que jugaba fuera y me tocaba viajar no tenía partidos para pitar. Esos días en los que me iba fuera y no estaba arbitrando lo echaba de menos», cuenta la colegiada.

Por eso llegó el momento de las decisiones. La primera que Adriana tomó fue la de dejar de jugar; el arbitraje se imponía a las ganas de seguir haciéndolo. Después, tocó decidir entre ser árbitro principal o asistente. Y ahí decidió que quería ser linier. «Me gustaba más, estaba viendo desde fuera del campo el partido de fútbol y sentía que ayudaba más al árbitro», cuenta García Fernández. Tras tomar esta decisión, le llegó la oportunidad de ascender a Tercera División y cogió ese tren: «Me puse ese año a estudiar a tope, me llevaron a las pruebas físicas y al examen, aprobé las dos y subí a Tercera División».

La irrupción del fútbol femenino y la creación de un cuerpo arbitral específicamente femenino para la Primera División le abrió otra puerta que no imaginó derribar. «Estoy saliendo en la tele, pitando partidos de buen nivel con equipos que la gente conoce, el arbitraje empezó a formar parte de mi vida más en serio todavía», cuenta la juez de línea.

Con todo, la burgalesa no siente que en el mundo del arbitraje exista discriminación o diferenciación de género: «Todos somos compañeros, tanto los árbitros que están en Primera como en Segunda o Segunda B, nos ven como unas compañeras más, somos todos la misma piña, no somos nada diferente».

En cuanto a los aficionados, tampoco nota esa diferencia de trato por ser mujer. «Creo que con los años ver a una mujer en el campo es algo normal; al final, el árbitro es el árbitro, independientemente de su género. Se le ataca porque nunca hacemos las cosas como los dos clubes y sus aficiones quieren», narra divertida. «Creo que ya se ve como algo normal. No es que haya una chica arbitrando, es que hay un árbitro más en el campo», sentencia Adriana.

Su labor conlleva una responsabilidad que abrirá la puerta que ella tiró para que las futuras generaciones la crucen: «Creo que sí que podemos servir de referente, de espejo donde mirarse para muchas niñas. Cuando empiezas a pitar no te planteas llegar a Primera División masculina y estas niñas nos están viendo ahora. Muchas provienen del fútbol, de haber jugado, pueden pensar que ellas también pueden llegar ahí, a pitar en Primera femenina o cualquier categoría masculina. Es una motivación para ellas».

Adriana considera que las mujeres no necesitan ningún tipo de ayuda en el mundo arbitral. «Lo único que necesitamos es que se fijen en nosotras y que vean que somos tan capaces como los hombres de sacar un partido adelante», finaliza.