El acusado de la muerte de Marta estaba en libertad provisional cuando desapareció la joven

Según informó el Diario de Noticias de Navarra, en los hechos recogidos en la sentencia queda probado que Jorge Ignacio P. contactó con otro narcotraficante colombiano, cuya identidad responde a las iniciales R. V. O., para suministrarle cocaína de gran pureza que luego iba a adulterar este último en un laboratorio de droga en la localidad navarra de Orkoien.

Durante el juicio, Jorge Ignacio admitió que la droga aprehendida en el piso era suya. Además, los mensajes de móvil que envió y el resto de comunicaciones que entabló con el vecino de Pamplona, que también fue detenido y encarcelado, evidenciaban su participación en el traslado de un paquete con 300 gramos de cocaína, un alijo valorado en 15.000 euros aproximadamente.

La abogada que defendió al narco afincado en Gandia pidió al tribunal que le aplicara la atenuante de toxicomanía, con lo que hubiera conseguido una rebaja de su condena de prisión, y para ello aportó un documento de un centro de tratamiento de conductas adictivas de Valencia, pero los magistrados no tuvieron en cuenta la solicitud de la letrada al considerar que no había afectación de las facultades del acusado en el momento que ocurrieron los hechos delictivos.

La abogada refirió en el juicio que Jorge Ignacio inició su tratamiento de desintoxicación en agosto de 2017 y el delincuente colombiano acudía con determinación al centro para rehabilitarse, mientras que la incautación del alijo de cocaína y el arresto del narcotraficante en Pamplona tuvo lugar en octubre de ese mismo año.

Tras ser condenado a tres años y tres meses de prisión en junio de 2018 por la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra, la abogada del procesado recurrió la sentencia ante el Tribunal Supremo. El fallo judicial contempla también que el narcotraficante pague una multa de 46.549 euros, así como su expulsión de España con la prohibición de entrada en nuestro país durante cinco años cuando cumpla un tercio de la pena.

La Policía Foral también arrestó en aquella operación a un hombre que ahora tiene 52 años, J. F. S. M., con domicilio en Valencia en 2017, que trasladó el alijo de cocaína, junto con Jorge Ignacio P. J., desde Valencia a Pamplona, según las investigaciones. Los agentes antidroga de la policía autonómica de Navarra interceptaron el envío de cocaína cuando estaban siguiendo la pista de un narcotraficante colombiano, con domicilio en Pamplona, que suministraba droga a locales de alterne en esta provincia.

Este individuo, que fue condenado en la misma causa a cuatro años de cárcel, contactaba con otros narcos de Madrid y Valencia para que le suministraran cocaína. Jorge Ignacio era uno de ellos y por ello en octubre de 2017 acudió con su coche a Navarra con el alijo de droga que iba a comprar su compatriota. Tras averiguar la Policía Foral que el narcotraficante de Pamplona iba a recibir cocaína, un equipo de agentes del Grupo de Delitos contra la Salud montó un operativo de vigilancia en los alrededores del domicilio del sospechoso.

Una vez que Jorge Ignacio y el vecino de Valencia que le acompañaba entraron en la vivienda del narco en el barrio pamplonica de Etxabakoitz, los policías irrumpieron en el piso, con la correspondiente autorización judicial para registrarlo, y detuvieron a los cuatro hombres que se encontraban en el interior.

Los agentes se incautaron de un paquete con 350 gramos de cocaína impregnada de una sustancia con olor a café para evitar que fuera detectada por los perros antidroga. En otra habitación, los policías intervinieron una bolsa con 157 gramos de cocaína, 3.000 euros en billetes y casi 300 gramos de sustancias utilizadas para adulterar la droga, como fenacetina, lidocaína, manitol y cafeína.

También desmantelaron el laboratorio en Orkoien y confiscaron otro paquete con 911 gramos de cocaína, más sustancias químicas, dos estructuras metálicas para prensar las sustancias estupefacientes, tres moldes para compactar la droga, una máquina envasadora de bolsas al vacío y una báscula, entre otros efectos. La operación antidroga de la Policía Foral se saldó con la detención de ocho personas y la desarticulación de la banda de traficantes.

Tras obtener la libertad provisional en 2018, Jorge Ignacio P. regresó a Valencia y la Guardia Civil sospecha que volvió a traficar con cocaína, motivo por el cual su nombre no figuraba en los contratos de alquiler de las dos casas donde residía en Manuel y l'Olleria. Otro indicio de que podría haber reanudado sus actividades ilícitas fue su acción de mentir a la Policía Local cuando facilitó la dirección de su antiguo domicilio en Gandia, concretamente la plaza del Ejército Español, al ser identificado en abril de este año en un control rutinario en un control en la calle de San Pío V de Valencia.

La policía reconoció a Jorge Ignacio P., el último cliente de una prostituta que murió tras consumir cocaína y sufrir convulsiones, al ver su rostro en un vídeo grabado en una casa de citas de Ruzafa. El delincuente, que llevaba tres móviles y 7.000 euros en efectivo, no fue arrestado al no tener ninguna orden de detención.