Miércoles, 27 de noviembre 2019, 16:01
Gesto de apretar a alguien (o algo) firmemente entre los brazos (por norma general) con afecto y que todos necesitamos alguno de vez en cuando. Hay abrazos que hacen que las tristezas se vayan del cuerpo. A los seres queridos, a un niño, a ... una persona mayor y también a los animales. Abrazar es uno de los ejercicios que más abre el corazón y que alivia tensiones. Quien no haya sentido alguna vez ansiedad en alguna época de su vida es porque quizás nunca se ha visto ante algo importante. Se trata de un mecanismo natural de protección y es normal sentirla, no obstante el problema está cuando se vuelve irracional y la subida de pulsaciones hace que uno pierda el control.
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Entre las terapias usadas para calmar estos trastornos se encuentran los animales. Muchos conocen el papel de los perros acompañantes, guardianes o guías, sin embargo son menos los que saben de su poder terapéutico. Una autoridad que forma parte de la historia, donde los griegos daban paseos a caballo para aumentar la autoestima de las personas o cómo los egipcios atribuían a los animales la capacidad de sanar algunas dolencias. Actualmente no son pocos los estudios que advierten de que la interacción con los canes produce un aumento en endorfinas, oxitocina y dopamina - neuroquímicos relacionados con la felicidad y las relaciones afectivas.
En España ya existen algunos centros hospitalarios que han puesto en marcha varios programas para promover mejoras a nivel físico, emocional, o cognitivo del paciente. También ha llegado a otras instituciones como a centros penitenciarios o universidades. La Universidad Complutense de Madrid y Fundación Affinity han presentado este miércoles los resultados de 'Compludog', un programa de Intervención Asistida con Perros que ha demostrado ser eficaz en la mejora de los niveles de estrés, el bienestar y las habilidades sociales de los estudiantes. Una iniciativa pionera en España, ya que es la primera vez que se ha implantado un programa de estas características en una universidad.
Mediante actividades y métodos basados en el adiestramiento en positivo, los estudiantes - interactúan tres cuartos de hora a la semana durante algunos meses del año- con varios canes procedentes de refugios dentro de un aula de la propia facultad. «El estrés tiene una incidencia negativa tanto en el aprendizaje como en la relación con los compañeros o la comunidad universitaria; incluso en algunos casos puede provocar el abandono de los estudios», cuenta Mercedes García, directora del grupo Pedagogía Adaptativa de la Facultad de Educación de la Complutense y coordinador de 'Compludog'.
En el programa piloto han participado 53 estudiantes de primer curso de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid, de entre 18 y 25 años, que han recibido 3 sesiones en tres semanas de duración con tres perros de terapia: Skot, Lupi y Pepo. En ella, se han llevado a cabo actividades de relajación con perros, educación canina y comunicación animal. La terapia ha tenido lugar en dos períodos, uno de noviembre a diciembre y otro en mayo y junio, ya que son los meses de época de exámenes y el período donde los estudiantes alcanzan los niveles más altos de estrés. Para poder evaluar su efectividad el equipo de investigación de Pedagogía Adaptativa de la Facultad de Educación realizó mediciones de cortisol a los estudiantes a través de la saliva, para valorar su estrés tanto fisiológico como percibido.
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En época de exámenes, el estrés se dispara. Entre el 15% y el 25% de los estudiantes españoles presentan niveles muy elevados de ansiedad, según diversas investigaciones realizadas por el profesor de Psicología de la Universidad CEU San Pablo, Fernando Miralles. Otro estudio de la Universidad de Almería eleva que el 35% de los universitarios sufre ansiedad durante las pruebas académicas. Y los centros Nascia, en un estudio reciente determina que el 60% de los estudiantes universitarios sufre episodios de estrés y ansiedad a lo largo de su periodo académico. Según la OMS, alrededor de 260 millones de personas en el mundo sufrieron trastornos asociados a esas emociones durante 2017.
Esta iniciativa nace de la tesis doctoral de Diana Peña, una estudiante de Pedagogía que quiso demostrar que los perros de terapia reducen el estrés de los estudiantes después de las evidencias en otros programas establecidos en universidades de Canadá, Estados Unidos y Reino Unido.
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Los resultados del programa fueron muy positivos. En la primera medición, tanto los estudiantes del grupo de control como los que participaban de forma activa en las sesiones tenían unos niveles de estrés altos, muy similares entre sí. Con la segunda medición, los resultados indicaban un descenso de los niveles de estrés de los estudiantes que participaban en las intervenciones, mientras que los niveles del grupo de control se mantenían. «Los resultados no se reducen al tiempo en el que están con los animales, sino que perdura durante mucho más tiempo», indica García.
La última medición, que se produjo en plena época de exámenes, mostraba que los niveles de estrés del grupo de control eran aún más altos que al principio, mientras que los estudiantes que habían participado en el programa habían aumentado los niveles de estrés, pero sin llegar a los niveles de los que partían. Así, el programa ha demostrado ser efectivo tanto a corto como a medio plazo, cumpliendo su objetivo de mejorar la calidad de vida de los estudiantes y favorecer que afronten más relajados los exámenes.
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Los resultados no arrojaron diferencias significativas en función ni de la edad, ni del grado de estudios de los estudiantes, ni de su experiencia previa con animales. «Los perros pueden aportar muchos más beneficios de los que la gente cree. La interacción con animales influye en las respuestas endocrinas con cambios en los niveles de cortisol, epinefrina y norepinefrina, lo que indica que el estrés baja», ha explicado la responsable de Terapias de la Fundación Affinity, Maribel Vila.
Debido a los buenos resultados y la buena acogida que ha tenido la iniciativa, la Universidad Complutense ha transmitido su intención de ampliar el programa, que este curso se implementará en dos centros más de la universidad en sus sedes de Moncloa y Somosaguas, y estará abierto a estudiantes de cualquier curso. Además, se está creando una comisión para diseñar un título interfacultativo profesionalizante, que combine la formación de experto y técnico en intervención asistida con animales.
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La experiencia se ha desarrollado en tres fases -presentación y contacto, reconocimiento de sentimientos y comunicación; y relajación, en la que se da cabida a la apertura emocional- en un aula preparada para que exista un espacio libre para la interacción entre los profesionales, estudiantes y los animales. Las sesiones las imparten la propia Diana Peña, con Scott, y María del Carmen Serrano, que trabaja con Lupita. «Scott es el perro ideal para una primera toma de contacto porque es muy cariñoso, sociable y se deja abrazar, mientras que Lupita es un galgo hembra que con un historial de maltrato y es más miedosa, lo que fomenta su necesidad de protección y la relación con los estudiantes se hace diferente. Pepo -el más alegre de los tres- se intercala con los otros dos según el objetivo de la terapia en ese momento», explica García.
Cada sesión tiene unos objetivos y se trabaja con uno o dos canes diferentes. El proceso debe constituirse como «un juego para los animales» con el objetivo de no alterar sus niveles psicológicos y la posibilidad de trabajar sin correa «siempre que sea viable», de manera que el animal tenga libertad y haya un «beneficio mutuo».
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