Derrota con honores

Estaba claro que no iba a ser fácil. Las epopeyas nunca lo son. Sobre el papel, las diferencias entre ambos contendientes eran abismales. Por presupuesto, historia y palmarés, el clarísimo favorito de la eliminatoria era el Barcelona. Y el cuadro azulgrana comenzó cumpliendo pronósticos y mandando con autoridad, echando mano de los centímetros y calidad de Mirotic y Tomic. Entre ambos sustanciaron el primer gran parcial del partido (8-0) ante un San Pablo Burgos al que le costó un mundo entrar en el partido. Los hombres de Peñarroya, más grises de lo habitual durante los primeros compases, se vieron superados en todas las facetas por el Barça, mucho más agresivo en defensa.

Así, el cuadro burgalés tardó más de tres minutos en encontrar aro. Y lo hizo, por cierto, desde la línea de libres, donde mejoró sus habituales guarismos. Ese acierto de Fitipaldo pareció levantar el ánimo de sus compañeros, que en un abrir y cerrar de ojos devolvieron el parcial al Barcelona con un gran triple de Rivero (8-8).

Sin embargo, poco le duró la alegría al cuadro castellano, castigado como pocas veces por las faltas. No habían pasado ni siete minutos de juego y el San Pablo acumulaba ya tres técnicas y varias personales sobre sus jugadores interiores, lo que obligó a Peñarroya a mover en banquillo por si acaso.

El Barcelona estaba en plena efervescencia, y gracias a una defensa arrolladora, consiguió maniatar a un san Pablo por momentos timorato. Heurtel y Victor Claver se sumaron a la dinámica azulgrana y castigaron al San Pablo desde el exterior para poner ventajas de hasta 10 puntos (20-10), mientras los hombres de Peñarroya se veían lastrados por los constantes errores en el lanzamiento. Eso sí, una tímida reacción culminada con McFadden desde el triple, permitió que el San Pablo cerrara el primer cuarto con una diferencia manejable (23-17).

Una diferencia que, no obstante, se disparó en los primeros compases del segundo periodo. El Barça metió la directa y Oriola, Tomic y Kuirc lanzaron el marcador hasta los 16 puntos de ventaja (35-19) en apenas tres minutos. A Peñarroya no le gustaba un ápice la dinámica que estaba cogiendo el choque y decidió llamar a capítulo a los suyos para corregir errores. Tardaron en reaccionar sus jugadores, pero acabaron haciéndolo espoleados por un Lima desatado. El ala-pivot brasileño firmó tres minutos de ensueño, con cuatro rebotes y ocho puntos prácticamente consecutivos que apuntalaron un parcial de 0-14 para el San Pablo. Ver para creer. El cuadro burgalés acababa de meterse otra vez partido en un abrir y cerrar de ojos. De hecho, aún hubo tiempo para que una decisión arbitral permitiera que el San Pablo empatara el choque (41-41) a cuatro segundos del final del cuarto. Sólo un jugadón del Barça rompió la igualada antes del descanso.

Tras el paso por vestuarios, el conjunto azulgrana volvió a salir más enchufado. Seis puntos consecutivos de Higgins (49-41) marcaron el camino a seguir para un Barcelona que comenzó a sacar petróleo del lanzamiento exterior. Mirotic, Claver y Kuric lanzaron a su equipo, que recuperó ventajas de 12 puntos. El San Pablo, por su parte, respondía como podía, plantando cara en el rebote y buscando lanzamientos cómodos ante la férrea defensa al hombre de los de Pesic, que hacían pocas concesiones.

Un postrero triplazo de Davies permitió al Barça encarar el último y definitivo cuarto con 14 puntos de ventaja (72-58), lo que le concedía cierta tranquilidad ante un San Pablo que tendría que tirar de épica si quería dar la campanada definitiva. Y el cuadro burgalés puso el corazón, la ilusión, el compromiso en pista y la calidad que ya había desplegado durante toda la fase final, pero no fue suficiente. El Barça, con una de las mejores plantillas de los últimos años, tiró de oficio y dejó que fuera el San Pablo el que arriesgara, mientras Heurtel seguía con su exhibición de pases y Kuric y Oriola golpeaban desde el exterior para poner la máxima ventaja mediado el cuarto (83-64).

El escenario se ponía demasiado complejo y la épica se antojaba cada vez más improbable. Pero el cuadro burgalés siguió en pista, intentando minimizar las pérdidas, buscar líneas claras de pase y lanzamiento y para dejar el pabellón aún más alto. Peñarroya, con el poartido ya decidido, terminó por dar entrada a todos sus jugadores y poner punto y final a un camino de gloria. que pocos se imaginaban cuando el coronavirus paralizó el campeonato. El San Pablo regresa a Burgos, pero ya es historia viva del baloncesto.