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El carácter competitivo no fue suficiente ante la calidad del Real Madrid. El Hereda San Pablo regresa al Coliseum de vació tras caer derrotado en el WiZink Center ante un Real Madrid quizá más gris de lo habitual, pero que acabó echando mano de ... la calidad individual de sus jugadores para llevarse la primera victoria de la temporada en la recta final del encuentro.
Real Madrid
Causeur (4), Heurtel, Hanga (14), Tavares (5) y Yabusele (9) -cinco inicial-, Williams-Goss (9), Vukcevic, Alocén, Poirier (11), Llull (12) y Taylor (3).
70
-
63
Hereda San Pablo
Kravic (8), Nikolic (7), Benite (2), Braimoh (10) y Rabaseda (7) -cinco inicial-, Kullamaee (8), Díez (8), Mcgee (8), García (3) y Zack (2).
Cuartos: 21-18, 15-16 (descanso); 19-18, 15-11 (fin del partido).
Árbitros: Benjamín Jiménez, Juan de Dios Oyón y Héctor Báez. Elimiaron a Zack por cinco personales (min.37).
Incidencias: Partido correspondiente a la primera jornada de la Liga Endesa disputado en el WiZink center de Madrid con un aforo máximo del 40% debido a las restricciones derivadas de la pandemia de la covid-19.
Después de tres cuartos de máxima igualdad, Llull conseguía romper el encuentro en la recta final gracias a dos triples consecutivos que espolearon a su equipo para alzarse con la victoria ante un San Pablo que, a pesar de los errores cometidos durante todo el encuentro, dio la cara. Y mucho, por cierto.
Se presentaba con muchas incógnitas el Hereda San Pablo en el WiZink Center, quizá el escenario más exigente para poner a prueba la revolución sufrida en el seno del conjunto burgalés durante el pasado verano. La sombra de los Joan Peñarroya, Jasiel Rivero, Thadeus McFadden y compañía, artífices de los tres títulos internacionales, continúa siendo alargada y los recién llegados tienen por delante el exigente reto de, al menos, alcanzar el nivel mostrado la temporada pasada.
Aún así, el nuevo proyecto deportivo del San Pablo, liderado por el experimentado Zan Tabak, nace con la misma ambición que sus predecesores, sin marcarse límites y con la intención de competir de tú a tú contra cualquiera, incluyendo al todopoderoso Real Madrid, que afrontaba el choque apenas unos días después de alzarse con la Supercopa. Y el cuadro burgalés dio la talla.
Desde los primeros compases del encuentro, los hombres de Tabak consiguieron tejer una sólida red defensiva capaz de bloquear parte de las alternativas ofensivas del Madrid, que se encomendó a la calidad individual de hombres como Hanga, Tavares o Yabusele, que firmó unos primeros minutos de gran nivel.
El San Pablo, que cimentó su juego en la solidez defensiva, fue despegando poco a poco y sin complejos. Kravic se movió como pez en el agua en el poste bajo, ganando la batalla personal ante Tavares en numerosas ocasiones y encontrando el aro con contundencia. El acierto desde la línea exterior de Kullamae, que debutó con nota en la Liga Endesa, y Rabaseda, permitía al San Pablo mantenerse en partido en todo momento, con diferencias mínimas.
El 21-18 con el que finalizó el primer cuarto daba buena cuenta de la competitividad que estaba exhibiendo el San Pablo en la pista del WiZink Center ante un Real Madrid menos alegre en su juego de lo habitual. Poco cambió el guión durante el segundo parcial, con un Hereda San Pablo bien plantado en pista y un Madrid demasiado errático desde la línea exterior.
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Gabriel de la Iglesia
Tuvo que ser el sempiterno Llull quien abriera la lata desde los 6,75 con dos triples consecutivos mediado el segundo cuarto (31-26). Los de Laso pudieron en ese momento romper el partido, pero Tabak llamó a capítulo a los suyos y el San Pablo reaccionó por la vía rápida con un parcial de 0-7 que le colocaba por delante en el marcador otra vez (31-33).
El partido estaba transitando por la senda de la máxima igualdad y ni unos ni otros parecían ser capaces de dar un paso al frente. Cada golpe del Madrid encontraba respuesta directa del San Pablo, que seguía desplegando intensidad y competitividad a partes iguales con un buen juego coral, aunque lastrado por las pérdidas.
Ambos equipos enfilaban el túnel de vestuarios con las espadas en todo lo alto (36-34) y el San Pablo veía cómo se estaba cumpliendo parte del guión imaginado por Tabak en la previa. Ese que decía que para ganar al Madrid, el cuadro burgalés tenía que jugar a su máximo nivel y el conjunto blanco tener un mal día. Cierto es que el San Pablo no estaba desplegando todo su potencial, con demasiadas pérdidas y errores en lanzamiento liberados, pero en líneas generales, la intensidad impuesta por Tabak estaba dejando buenas sensaciones. Y además, la línea exterior estaba siendo territorio inhóspito para los de Pablo Laso.
Aún así, la innegable calidad de la plantilla del conjunto blanco seguía desnivelando la balanza por poco. Tavares y Hanga aprovechaban cada una de sus opciones, mientras Kullamae se destapaba como generador de juego en el cuadro burgalés. El propio Kullamae ponía de nuevo al San Pablo por delante (41-44) con un gran triple mediado el tercer cuarto, pero el Real Madrid respondía con solvencia y conseguía recuperar el pírrico control del electrónico antes de que la bocina marcada el inicio del último y definitivo cuarto.
Un cuarto que el Madrid arrancó con ventaja (55-52) y en el que supo jugar mejor sus fortalezas. Y eso a pesar de que los de Laso fallaron hasta seis lanzamientos de triple consecutivos en los primeros compases. Esa falta de acierto, sin embargo, no fue aprovechada por el San Pablo, que perdió su oportunidad de tomar el control tras varias pérdidas en ataque. Cierto es que un triple de Díez puso a los burgaleses por delante (55-57) a falta de seis minutos, pero el Madrid volvió a responder. Y lo hizo, por cierto, desde la línea exterior, que hasta ese momento no había aprovechado.
Un triple de Hanga y otros dos lanzamientos consecutivos de Llul rompieron el choque a falta de cuatro minutos (66-61). Zack se iba al banquillo justo después tras la quinta falta y al San Pablo le faltó el acierto necesario para volver a meterse en el partido. A falta de 40 segundos, Hanga sentenciaba el choque y dejaba al cuadro burgalés con la sensación de haber podido hacer algo más para disputar la victoria en los últimos compases.
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