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La de Álex Lópex y Álex Barrera es la historia de una ida y un regreso. La historia de dos amigos dentro y fuera de la pista que, tras tocar el cielo con el San Pablo y probar fortuna en otros destinos, regresaron el verano pasado ... para ayudar al equipo azulón a volver a la élite del baloncesto español. Y en esas estamos, con el San Pablo a dos pasos de repetir la hazaña que hace seis años firmaron, entre otros, los dos Álex, que hoy se erigen como capitanes del equipo.
Entonces, aseguran, el San Pablo consiguió el ascenso casi 'de tapadillo'. Con un buen proyecto, pero sin ser el gran favorito, el cuadro burgalés disputó un play off inmaculado y los dos Álex, en compañía de hombres como Goran Hiskic o Javi Vega, llamaron a las puertas de la ACB. «Cuando llegamos los dos, el objetivo era hacer una buena temporada y, si era posible, mejorar el año anterior, pero sin presión», asegura Barrera mientras López asiente con la cabeza. Esta temporada, sin embargo, la historia es distinta. «Este año partíamos con el objetivo claro del ascenso y con algo más de presión». Una presión, eso sí, acompañada de más experiencia.
No en vano, mucho ha llovido para ambos desde aquel ascenso en Palencia. «Quizá ahora tenemos más achaques y dolores, pero también más experiencia. En mi caso, creo que entonces jugaba más a lo loco y ahora tengo más calma y temple», afirma López tras pensarlo un rato. También Barrera considera haber madurado desde aquel play off ante el Quesos Cerrato. «Ahora quizá entiendo mejor cómo funciona el juego. Me conozco más y sé cuales son mis virtudes y mis defectos para intentar taparlos».
En todo caso, ambos consideran que su crecimiento como jugadores ha llegado de la mano del San Pablo. «El club ha crecido muchísimo desde entonces», jugando cinco años en la élite, alcanzando tres títulos internacionales y, sobre todo, enganchando a la ciudad. «Hace seis años jugábamos en El Plantío. Ahora lo hacemos en el Coliseum ante 9.000 personas. Es impresionante la cantidad de gente que ha sido capaz de enganchar el equipo», resume López.
Los dos llegan a la cita del próximo fin de semana con la experiencia suficiente como para saber lo difícil que es alcanzar el objetivo. «Ojalá se acabe repitiendo la historia y consigamos ascender otra vez», pero «lo primero es pensar en Gipuzkoa», subraya López al tiempo que insiste en que en una Final Four «no hay favoritos». «No podemos confiarnos. Gipuzkoa es un gran equipo que ha hecho una magnífica temporada y una buena eliminatoria», añade al tiempo que Barrera pone el acento en los otros dos rivales, sobre todo el Zunder Palencia, al que cede cualquier atisbo de favoritismo. No en vano, «Palencia ha competido contra Andorra para ascender de manera directa toda la temporada», recuerda el catalán.
En este sentido, eso sí, ambos reconocen que el San Pablo afronta la Final Four en el mejor momento de la temporada tras un inicio plagado de dudas. «Dentro de lo malo que es empezar así, lo cierto es que nos vino bien para centrarnos. Cuando vimos que el ascenso directo era ya imposible, nos planteamos trabajar para llegar al play off en la mejor forma posible. Ahora nos hemos quitado esa ansia y presión a corto plazo», asegura Barrera.
Pase lo que pase este próximo fin de semana, ambos insisten en que el San Pablo saldrá a por todas para culminar su particular 'camino de vuelta' con un equipo en el que, por razones obvias, destacan dos Álex convertidos ya en historia del equipo y, de paso, en buenos amigos.
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Los elogios cruzados, de hecho, son habituales. «Álex es el jugador que todo entrenador querría tener porque lo da todo en la pista y lucha por el equipo», dice Barrera de López. «Álex es un escelentísimo tirador con el que me entiendo muy bien, tanto dentro como fuera de la pista. Además, es una grandísima persona, que es lo más importante», dice López de Barrera.
Vale, los dos se respetan y se admiran, pero si dependiera de ellos, ¿quién se jugaría el lanzamiento clave? Los dos se miran, se ríen y se señalan el uno al otro. «Él, él», dice López. «No, no, que se la juegue él», responde Barrera. Y tras una breve negociación, consensúan. Se la jugaría López si la defensa no le saliese al paso. Si lo hace, le cedería el balón a Barrera para que se jugara él el lanzamiento.
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