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El mes de julio de 2023 pasará a la historia por haber sido el más cálido desde que hay registros en España, pero en la provincia de Burgos hay zonas en las que las olas de calor son anecdóticas. Mientras que en buena parte del país las noches son tórridas durante todo el verano, hay un pueblo en la comarca de Pinares en el que la chaquetilla es una prenda básica cuando cae la tarde. Palacios de la Sierra se corona como una de las localidades de España más frías en invierno y también lidera las mínimas más bajas en verano, hasta 9 grados, un lujo que valoran los vecinos y, sobre todo, los veraneantes: «Qué gusto venir aquí y poder dormir». Y todo ello sin ventiladores ni aires acondicionados. «A veces no se puede dormir con la ventana abierta porque coges frío», asegura una mujer mayor que lleva toda la vida en el pueblo.
«Los pueblos de la comarca de Pinares son un refugio para la gente que viene en verano, hemos tenido gente que ha venido desde Madrid para poder dormir», así lo explica la alcaldesa de Palacios de la Sierra, Raquel Munguía, que no entiende por qué con temperaturas máximas de 21 o 22 grados en esta zona se extiende la prohibición de utilizar barbacoas decretada por la Junta: «Lo lógico que mirasen por zonas dónde se dan las características para asar y dónde no, que aquí estando con chaqueta nos lo prohíben». Munguía reconoce que esta localidad tiene una temperatura ideal para pasar el verano aunque, insiste, «los hay aún más fríos que Palacios de la Sierra, creo yo».
«En Palacios se descansa por las noches, eso es un privilegio», asegura Elena Llorente, una profesional que tiene su clínica de fisioterapia en el pueblo. Cuando sale de casa para ir a trabajar lleva chaqueta, a mediodía cuando va a comer no la necesita pero, a partir de las ocho de la tarde, es un imprescindible. «A los de Burgos se les reconoce en la playa porque llevan la rebequita por si acaso», un dicho popular en la provincia que se torna muy real al visitar algunos pueblos burgaleses.
En este paraje el sol solo aprieta durante las horas centrales del día, pero se aleja mucho de los 40 grados que registran otras provincias. Lo habitual es que los días de más calor el termómetro marque unos 30 grados de máxima, «cuando yo era pequeña era raro ir a la piscina con más de 30 grados», reconoce Elena.
A las 10 de la mañana en pleno mes de julio la brisa es fresca y la manga larga no molesta, agricultores y ganaderos trabajan cargando un camión. Igualmente, los obreros municipales arreglan una calle.
«Aquí no cambiamos el horario porque sea verano, como ocurre en el sur. Aquí de 7 a 15 horas todo el año, excepto si se nos requiere para algo por la tarde», explica uno de ellos. Aún así, reconoce que en las horas centrales cuesta más, «pero es cuando estamos para acabar». Lo que sí recuerda este operario es el verano de 2022, «destacó por un calor inusual. Hay que tener en cuenta que no dejaron asar en el monte en todo el verano por las altas temperaturas y el riesgo de incendio. Esos días: mucha agua y descansos a la sombra», aconsejan. Eso sí, por las noches la temperatura «respetaba» para dormir.
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También la alcaldesa recuerda el verano pasado como algo excepcional, «un calor que yo no había vivido nunca aquí», aunque este año el mercurio en la comarca de Pinares ha vuelto a sus parámetros normales.
En el pueblo la rutina continúa ajena a las alertas por altas temperaturas que Aemet activa en Castilla y León y en otras comunidades autónomas. A media mañana el jersey deja paso a la manga corta y la sombra en las calles del pueblo está más concurrida. Los vecinos charlan y comentan que, pese a todo, hace años los veranos eran aún más frescos. El cambio climático también llega, aunque no lo parezca, a la comarca de Pinares.
Después de comer, a la hora de la siesta, el pueblo baja el ritmo. No así los bares ni el recinto de las piscinas municipales que se encuentran entre pinares y en las que la temperatura del agua está a prueba de valientes. Los niños y los jóvenes se zambullen sin cesar aprovechando las horas de más calor, cuando el fresco se levante y el sol empiece a caer saldrán tiritando del agua y agradecerán ponerse una sudadera después de secarse. «Aquí se baña todo el mundo al final, te dicen que el agua está buenísima aunque esté tirando a fría», afirma la alcaldesa.
Restaurante, barbacoas, mesas y, además, la sombra y la brisa del pinar. Estas instalaciones son unas de las más visitadas de la zona, por vecinos y veraneantes de Palacios, pero también de burgaleses llegados de toda la provincia. «Incluso de Burgos llegan muchos los fines de semana, sobre todo, hasta aquí porque se está muy bien», reconocen dos trabajadoras de estas piscinas.
Laura Martín y Marc Vayreda gestionan la sala de escape Escape Room Goen en Palacios. Reconocen que muchos de los clientes que llegan buscan ya huir de esas zonas de playa masificadas donde solo se encuentra fresco en el agua. Antes ellos vivían en la zona de Girona. «Ahí el clima es muy diferente, el verano lo llevamos mucho mejor aquí y, además, está menos masificado», señala Marc.
«Además de por las temperaturas apacibles, mucha gente ya viene para aprovechar esta temporada en un lugar con muchos atractivos y menos aglomeración de gente», resalta.
«Es que ahora el tiempo es agradable, de día hace calor, pero de noche puedes dormir. Porque aquí en verano hay más gente que en invierno, pero no está masificado», apunta Laura. «Los días que aquí hace mucho calor significa que te puedes quitar la chaqueta», añade Marca, «pero para eso tenemos las piscinas que están muy bien», añade su compañera.
Palacios de la Sierra es uno de los cinco puntos donde la Agencia Estatal de Meteorología, Aemet, ha enclavado estaciones meteorológicas en la provincia y que, como señalan los vecinos de Palacios, «está en un punto del pueblo, en un alto, donde siempre hace un poco más de frío». Aún así, estos valores de la estación sirven para hacerse una idea de cómo se respira en la zona cuando viene el aire norte porque, como dicen los vecinos viendo las noticias sobre las olas de calor que padecen en media España, «aquí en verano se vive muy bien».
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