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De izquierda a derecha: Javier (junto a Fois), Andrea (junto a Sua), Alberto (junto a Tau), Adrián (junto a Hyron) y Alfredo, miembros de la UCIR después de un entrenamiento cerca de Carcedo de Burgos ARH

UCIR, la voluntad de formar los futuros héroes de rescate de Burgos

El equipo de la Unidad Canina de Intervención en Rescate compagina desde 2013 su vida laboral con entrenamientos junto a sus perros para aportar su ayuda en todo tipo de emergencias

Lunes, 28 de noviembre 2022, 07:25

Pura voluntad de ayudar. Ese fue el sentimiento que en 2013 llevó a Alberto Calvo y varios amantes de los perros a impulsar una unidad que pudiese aportar las capacidades de los canes como complemento a los operativos de los equipos de rescate.

Con esa ... premisa, la de poder llegar a participar en dispositivos de emergencias, se oficializó allá por el 2014 la UCIR (Unidad Canina de Intervención en Rescate) y, desde entonces, decenas de caras se han sumado al proyecto.

Algunos se quedaron y otros «aportaron su granito de arena» y se marcharon, comenta Calvo al repasar los ocho años de trayectoria de una unidad que nació «de manera casi fortuita» tras juntarse varias personas con la misma inquietud por ayudar y similar amor por los perros.

Después de su paso por el GREM, su dilatada experiencia y su dedicación le convierte en el 'alma matter' del equipo. Más allá de eso, posee acreditación como formador de guías caninos acreditada por el Ministerio del Interior, un conocimiento que transmite a los voluntarios que se acercan a conocer más sobre el mundo del rescate y sobre el comportamiento y adiestramiento de sus animales.

Con espíritu cholista, Calvo expone que ir «paso a paso» ha sido siempre el camino marcado para llegar a una meta, la de ser activados por las administraciones en situaciones de emergencia, para la que no se ponen plazos más allá de cerciorarse que tanto los guías como los perros están preparados para responder con garantías.

«De momento no hacemos salidas ni tenemos convenio con ninguna administración porque entendemos que no basta con tener uno o dos perros, tenemos que ofrecer un equipo conformado y entrenado en un nivel óptimo de búsqueda», explica mientras varios perros juguetean a su alrededor.

Búsqueda por venteo

Como la práctica es el camino para alcanzar ese reto, varios miembros de la UCIR quedaron el pasado miércoles en el parque de Las Ventillas decidir dónde organizar un entrenamiento junto a cuatro de los perros que forman parte del equipo.

Poseen varios lugares de referencia adecuados para poder practicar diferentes situaciones de búsqueda por venteo y, en esta ocasión, se acercaron a una explanada salpicada de vegetación cerca de Carcedo de Burgos.

Antes de ponerse manos a la obra, los voluntarios estructuran la práctica en función del nivel de los perros y de los voluntarios que participan con dos objetivos, uno sencillamente alcanzable y otro de mayor complejidad «que si todo sale bien se puede lograr para que todos puedan irse con un buen sabor de boca», destaca Calvo.

Nada más llegar, el primer paso es dejar que los perros se dispersen, corran y se relajen por el entorno. Tras unos minutos de asueto, Tau, Fois, Sua y Hyron, los cuatro perros que realizarán el ejercicio, ya están listos para concentrarse en el entreno junto a sus dueños y guías Alberto, Javier, Andrea y Adrián.

«Intentaremos que hagan una ronda de búsqueda o un ejercicio cada uno y después les volveremos a sacar del transportín para que se relajen otro rato», señala Calvo sobre el 'modus operandi' a seguir.

Adaptar el nivel

La búsqueda consta de un figurante que hará las veces de víctima al que rescatar, el guía que da las instrucciones al animal, y el perro, que debe encontrar al afectado a través de un cono de olor -denominado rastro de manera coloquial- cuyo seguimiento adquiere distintas complicaciones en función de la climatología.

Fois y Sua son los primeros en actuar. Dos de los miembros de la unidad se esconden entre la maleza y dan el aviso para que comience la práctica. Mientras, Javier y Andrea tranquilizan y concentran a su compañero en buscar a la persona que necesita ser hallada y rescatada.

«Hay que esperar a que cierren la boca porque es en ese momento cuando focalizan su concentración en el olfato, que es lo que queremos» comenta Calvo para que el resto conozca cuando está preparado su can.

Con una orden, los animales salen corriendo guiados por su potenciada capacidad olfativa para localizar al figurante. Tras encontrarlo, comienzan a ladrar para alertar al guía mientras se tumban para mantener la posición y no asustar a la víctima a rescatar.

Javier y Fois durante un ejercicio de búsqueda. Arriba a la derecha, una reunión posterior para compartir aspectos a mejorar. Debajo, Hyron corretea antes de iniciar su entreno ARH

En el caso de ambos, de corta edad y con poco tiempo dentro de la unidad, después de varios ladridos consecutivos se les da la recompensa de un juguete mordedor que porta el compañero hallado para felicitar y reforzar su actitud y buen trabajo.

Para Tau, que cuenta con ocho años de edad, la experiencia es algo distinta. Para él, la dificultad aumenta y no se le concede su recompensa hasta después de un tiempo para «ir acostumbrado al perro a que su premio sea encontrar a la persona que buscaba», asegura Calvo.

Es el turno de Hyron, uno de los más novatos de la UCIR. Con apenas meses de edad, Adrián, su compañero y guía, intentan otro ejercicio para enseñar a su perro a que ladre tras una orden.

Esta es una capacidad fundamental para que, en su incorporación a las búsquedas de entrenamiento, pueda avisar de su hallazgo tanto a Adrián como, en una situación real de rescate, al resto de los compañeros.

Sumar más voluntarios

Al finalizar cada ejercicio, sin importar si ha sido exitoso o no, el equipo se reúne para comentar aspectos a mejorar sobre la actuación tanto del perro como del guía y pulir una preparación que podría salvar vidas en el futuro.

Aunque ya cuentan con más de una decena de voluntarios, la UCIR mantiene la puerta abierta para que todo el mundo que quiera pueda unirse junto a su perro y aprender tanto dotes de rescate como maneras de entender y mejorar el comportamiento de su compañero de vida.

«Cualquiera que quiera ayudar también es bienvenido, no hace falta tener perro porque en un rescate se tiene que ir acompañado de alguien más para que esté atento a las comunicaciones o a llevar avituallamiento. En definitiva, una persona de logística», añade Calvo sobre los distintos perfiles que tienen cabida en la unidad.

Una vez terminado el entrenamiento, el equipo se reune para compartir las aptitudes a mejorar mientras los perros se dispersan y disfrutan del aire libre antes de compartir almuerzo todos juntos para hacer equipo y continuar, de manera voluntaria, contribuyendo a formar los futuros héroes de rescate en Burgos.

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