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Familias y grupos de amigos, pequeños en cualquier caso, están siendo los protagonistas del verano en los establecimientos de turismo rural de la provincia de Burgos. Es el perfil habitual, reforzado por la pandemia de la covid-19, con turistas procedentes principalmente de Madrid y ... el País Vasco, aunque también llegan visitantes de paso, pero muy pocos extranjeros.
Domingo Hernández, vicepresidente de la Asociación de Turismo Rural de Burgos (Turalbur), reconoce que el verano está dejando buenas cifras. Julio se cerrró con una ocupación del 49%, un buen dato dadas las circunstancias y teniendo en cuenta que, para el turismo rural, el verano comienza tarde, allá por mediados de julio. Sin embargo, el empujón lo esperan para este agosto.
El objetivo es alcanzar una ocupación del 90%, explica Hernández. La cifra no será la misma para todos los establecimientos, obviamente, pero se confía en alcanzar ese eleva porcentaje como término medio entre los socios de Turalbur en Burgos. «Con lo que tenemos cerrado llegamos al 70% y confiamos en poder llegar al 90%«, insiste el vicepresidente.
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Patricia Carro
En estos meses, las casas con piscina son las reinas, las más demandadas. Serán las que cuelguen el cartel de 'no hay billete', apunta Hernández. También los establecimientos de tamaño más modesto, pues es una época de turismo más familiar o de grupos de amigos pequeños. Las grandes reuniones son para otras épocas del año, siempre con permiso de la pandemia, obviamente.
Domingo Hernández reconoce que, tras el cierto boom que vivió el turismo rural el pasado verano, cuando se reconoció como destino seguro frente a la covid-19, la situación ha vuelto a la normalidad. Este verano se cuenta con los turistas rurales de siempre, menos novatos, procedentes de Madrid principalmente. También hay vascos y gente de paso, como catalanes que van a Galacia, por ejemplo.
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El turista extranjero es menos habitual en el ámbito rural y suele estar asociado al Camino de Santiago, que este año no acaba de despegar. Con todo, los establecimientos de Turalbur están contentos y, sobre todo, ilusionados porque esperan que este verano sea la reactivación definitiva para el sector. El pasado año tuvieron unos buenos julio y agosto, pero todo se frenó en septiembre, recuerda Hernández.
El turismo rural necesita volver a la normalidad, pasar del verano a la temporada de otoño sin sobresaltos; coger reservas para los últimos puentes del año y empezar a ingresar para tapar los agujeros que ha dejado la pandemia. «Y generar riqueza», recuerda el vicepresidente de Turalbur, porque el turismo rural mueve la economía de la provincia y de él depende también otros muchos negocios.
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