«Susto tremendo» entre los 107 participantes de un campamento familiar en Silos

«Veíamos el fuego encima y salimos en 5 minutos. Nos fuimos con lo puesto y una mochilla», explica Irene Martín, coordinadora del campamento. Eso sí, ya estaban preparados. A mediodía se enteraron de que se había declarado un incendio en Quintanilla del Coco y el Ayuntamiento de Santo Domingo de Silos les había advertido de que podían ser evacuados.

Así, prepararon las mochila e intentaron seguir con el día, tal como lo habían previsto. Sin embargo, «enseguida nos dijeron que el fuego se había avivado» y que tenían que desalojar el campamento. Y, en vehículos particulares, se marcharon a Salas de los Infantes, donde les han tratado fenomenal, afirman, y han pasado la noche.

En su caso, se decidió realojar a los 107 miembros en el gimnasio del colegio Fernán González. «Nos han tratado muy bien», asegura Martín, han dormido «fenomenal» en colchonetas y en el suelo, igual o mejor que en el campamenteo (donde están con tiendas de campaña). Eso sí, han estado «un poco asustados», principalmente los niños, «que vieron el fuego cerca.

Durante todo el lunes, las familias han estado pendientes de la evolución del incendio para saber cuándo podían volver al campamento. Irene Martín explica que en el grupo hay gente de todas las edades, hasta una abuela que ha sido evacuada a una residencia. Y proceden de diferentes puntos del país: Córdoba, Madrid, Orense, Zamora, Valencia... incluso de Burgos.

De Valencia son Fernando y Juli, que estaban con sus tres hijos: Jose, Santiago y Pedro. Juli afirma que se han llevado «un susto tremendo» pero que la experiencia les ha permido sacar una enseñanza de vida: lo «efímeras» que son las cosas y la importancia de ser solidarios, pues han encontrado mucha ayuda entre los voluntarios que les han atendido en Salas.

«Por la mañana estábamos disfrutando del campamento, bailando y cantando», recuerda Juli, y por la tarde tuvieron que salir corriendo de Silos. «El fuego avanzaba muy rápido», apunta, pero estaban preparados pues Fernando recuerda que habían hecho un simulacro por la mañana, así que «en unos minutos, sin nervios y sin prisas, estaban organizados».

La noche la han pasado «bien» y los niños han valorado mucho a los voluntarios. De hecho, alguno de los pequeños ya ha dicho que, de mayor, quiere ser voluntario y ayudar a los demás. Dentro de la desgracia, apunta Fernando, siempre se puede sacar algo en positivo y aquí es la solidaridad de los burgaleses, que les han echado una mano en este momento complicado.