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Sotillo nace en la Edad Media bajo la administración de Gumiel de Mercado, con una orientación esencialmente ganadera. La riqueza que le proporcionó esta actividad, junto con su buena ubicación entre Roa y los pueblos del Valle del Esgueva, hicieron posible su crecimiento, por lo que pronto alcanzó la categoría de aldea. La prosperidad conseguida en los siguientes siglos, permitió que la aldea obtuviera el título de villa en 1667, pero no su independencia.
A mediados del siglo XVIII, el señor de Gumiel de Mercado y Sotillo, el Duque de Medinaceli, la vendió al Marqués de Iturbieta, quien la transferirá a su Concejo.
Destacan notables ejemplos de casas típicamente ribereñas y, sobre todo, lagares y bodegas, estas últimas consideradas como las mejores de toda la Ribera.
El barrio de bodegas se sitúa en el monte de San Jorge. Este cerro, de forma cónica presidido por la Ermita de San Jorge, ha sido completamente horadado por un laberinto de túneles y galerías, organizados en tres niveles. Algunas de las galerías han sido reforzadas con bóvedas de piedra.
La mayoría de las bodegas pueden fecharse en el último tercio del siglo XVIII. Su acceso original se realizaba a través de bellas entradas de piedra sillar, a veces coronadas con frontón. Muchas de ellas se han convertido hoy en merenderos.
A escasa distancia del Ayuntamiento se encuentra otra notable construcción, la casa natal del pintor Fermín Aguayo, uno de los hijos más ilustres de Sotillo de la Ribera, vivienda restaurada, rehabilitada y salvada de la ruina en trabajo concluido en 2016 tras largas décadas de abandono del inmueble.
Junto a la puerta de la casa una discreta placa de cerámica, a tono con el conjunto, acentúa el interés por el edificio y da noticia del nacimiento en él de Fermín Aguayo, uno de los adelantados del abstraccionismo en España como cofundador en 1947 en Zaragoza del grupo Pórtico, primero en explorar la abstracción pictórica en la escena artística nacional.
Dos procesiones, la de Jueves Santo y la del Viernes Santo, acaparan al arte religioso y ciertas manifestaciones populares de costumbrismo atávico. La 'carrera' del Jueves Santo se inicia con luz crepuscular y acaba en un ámbito de sombras, ambiente al que contribuye el resto de la escenografía: los soldados romanos, oro y sangre en los ropajes; largos conos de noche; el cántico de una cuadrilla de nazarenos que entonan estrofas de un romance atribuido a Lope de Vega.
Si quieres conocer el encanto de estas tierras y disfrutar de una escapada de relax, no dudes en visitar Sotillo
https://www.sotillodelaribera.es/
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