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La fiesta de Los Jefes, declarada Fiesta de Interés Turístico Regional, celebra los días sábado 25 y domingo 26 de enero su XXI edición pero, en realidad, su verdadero inicio comenzó el Día de Reyes. En la tarde de esta jornada se produce el ... sorteo de los cargos de Capitán, Cuchillón, Abanderado y Tamborilero entre los varones del pueblo.
Además, se acaba de conocer quién será la pregonera de la fiesta. Este año el honor recae en la jurista Marlen Estévez Sanz, socia de Roca Junyent y directora del Departamento de Arbitraje, así como secretaria de la sección de Derecho Iberoamericano con una dilatada experiencia en la resolución de disputas. A lo largo de su trayectoria profesional, desarrollada en Madrid y Londres, Marlen ha prestado asesoramiento a empresas de todos los sectores, tanto en controversias nacionales como internacionales, ante tribunales judiciales y cortes arbitrales.
Entre otros reconocimientos, Marlen ha sido galardonada con el premio Forty under 40 otorgado por Iberian Lawyer, nombrada secretaria de la Sección de Derecho Iberoamericano de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación Española, elegida como uno de los representantes españoles ante el Consejo General de Abogados Europeos y reconocida como abogada líder en su campo por Chambers&Partners y Best Lawyers.
La tradición de esta fiesta marca que el pregonero sea una figura destacada del ámbito nacional y proceda de sectores como la cultura, el deporte, la política y, en este caso, la abogacía. Desde el Centro de Iniciativas Turísticas de Silos consideran la elección «acertada», por aportar variedad y tratarse de «una mujer de palabra sincera que se mueve buscando que sea justa la justicia».
El pasado día 6 de enero, de unas ánforas se sacaron los papeles con los nombres de los elegibles para ser cargos de Los Jefes y, con nerviosismo, vieron salir sus nombres los orgullosos vecinos silenses. Estos cargos entrarán en acción los días 25 y 26 de enero y son como Capitán Juan Miguel Casas Gallo, como Abanderado estará Javier González Balbás, Javier Sánchez Madrid será el Cuchillón y Raúl Martínez Carrasco será el Tamborilero.
El sábado 25 de enero, el pueblo se reunirá en la plaza de Silos. Este es el momento en el que se pasa a buscar a Los Jefes a sus casas. Entre el gentío se observan dos grupos de personas a los que se diferencia por su indumentaria. Los hombres vestidos con capa castellana son los comisarios de la fiesta y los niños, ataviados con chalecos y polainas de borreguillo y cargados con cencerros, son la representación del ganado que durante el incendio fingido de Silos se encargaron de provocar el mayor ruido y alboroto.
Conducidos por el aire marcial del tambor, se procede a recoger al Cuchillón, al Abanderado y finalmente al Capitán. Completa la comitiva se dirige al Monasterio y el Abanderado hace una demostración de su pericia. De regreso a la plaza se lee nuevamente el pregón y se realiza una representación. Los asistentes forman un gran círculo y en su interior cada uno de Los Jefes da vueltas con aire gallardo y solemne.
A primera hora de la tarde del sábado se celebra la Corrida de Gallos o Las Crestas. Un ritual antiguo en el cual Los Jefes y cualquier jinete tratarán de coger alguna de las prendas que cuelgan de una soga, cuerda que es hábilmente manejada por un vecino para entorpecer las aspiraciones de los jinetes.
Con la llegada de la noche, a las 20 horas, se puede disfrutar de uno de los actos más espectaculares, la simulación del incendio que ahuyentó a los moros, Silos en llamas. Se simula, mediante el encendido de varias hogueras que el pueblo es deborado por un pavoroso incendio. Los hombres, escoltando a Los Jefes, recorren varias veces el pueblo y los más jóvenes cargan cencerros y provocan la realista sensación de una desbandada general de animales.
El domingo, por su parte, está consagrado a las Benditas Ánimas. Por la mañana se celebra una misa dedicado a los silenses difuntos y por la tarde se produce el último de los rituales de la fiesta. La plaza es escenario de un desfile de mujeres vestidas de negro.
Cuenta la leyenda que durante la invasión musulmana de la península un ejército de moros puso sitio a la villa de Santo Domingo de Silos. Ante la debilidad del pueblo frente a los invasores, un vecino del pueblo ideó una estrategia singular, simular un incendio para que el enemigo considerase inútil el asedio. En la oscuridad de la noche ardieron hogueras, resonaron gritos de alarma y retumbaron los ecos de los cencerros en estampida. El sitiador, atónito, optó por olvidarse de esa villa.
Pero detrás de la fiesta hay mucho más, fuego, caos, hombres vestidos de animales, ruido, carreras de gallos, un pasado moro, nobles que acosan, un pueblo que se defiende comandado por un enérgico abad, jerarquías son algunos de los componentes que hacen de la fiesta de Los Jefes un mosaico irrepetible de tradiciones intercaladas.
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