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La Junta de Castilla y León tuvo que declarar, hace quince días, peligro medio de incendios forestales ante la previsión de elevadas temperaturas (se superaron los 30º), acompañadas por viento y la importante sequía que sufren nuestros campos. La situación se ha normalizado ahora, si ... bien sigue sin llover, por lo que se esperan más «ocasiones de peligro» en el verano burgalés.
«En junio pinta casi todo mal salvo una cosa, que no se espera calor hasta julio», explica Alfedro Rodríguez, decano del Colegio de Ingenieros de Montes de Castilla y León. Eso sí, cuando llegue la primera ola de calor nos encontraremos con una importante sequía acumulada, matiza, y es que tres cuartas partes de la provincia presentan falta de agua, un déficil que solo se palía, en parte, en la zona norte de Burgos.
En junio no hay previsión de lluvias, lo que juega en contra de la prevención de incendios forestales, pero como tampoco se esperan elevadas temperturas, según las últimas previsiones, el riesgo de incendios se traslará ya al mes de julio. Entonces sí, salvo que se arranque con frío y lluvias, «se va a notar la falta de agua acumulada», pues en mayo, por ejemplo, solo ha llovido el 25% de lo normal.
«No es probable que pase nada grave en junio», afirma Rodríguez, quien recuerda que no solo el calor, la humedad (o su ausencia) y el viento juegan un papel destacado en la campaña estival. También la labor de los agricultores en época de cosecha y, este año, habrá «más ocasiones de peligro» pues la escasez de cereal harás cosechadoras apuren más el corte y no hay nada más peligroso que la chispa que produce el choque de la máquina con el terreno.
En el lado negativo se encuentra también que la vegetación está menos desarrollada este año al no haber llovido lo suficiente. Alfredo Rodríguez confiesa que, puestos a elegir, prefiere un año de mucha vegetación, con humedad, que otro con escasa hierba pero muy seca, pues la propagación de un incendio es mucho más veloz.
De hecho, esa ha sido la clave para que los fuegos intencionados de pelusas en la capital se hayan quedado en sustos, más o menos importantes. En otras circuntancias, con las pelusas más atrasadas o hierba más seca, el fuego se podría haber descontrolado, acabando por convertirse en un incendio importante. Afortunadamente, y gracias también al gran trabajo de los Bomberos de Burgos, no ha sido así.
Por lo que se refiere al operativo de lucha contra incendios forestales, Alfredo Rodríguez destaca que es «bastante estable» y se mejora año tras año. Ahora, la Junta mantiene un operativo corto, porque no hace falta, lo que permite reservar efectivos y horas para octubre, cuando finaliza la campaña estival (que arranca el 1 de julio), lo que no garantiza que el peligro desaparezca. Es más, estos últimos otoños ha habido riesgo importante de incendios ante las elevadas temperaturas y la ausencia de lluvias.
Rodríguez destaca también la consolidación de medidas como los camiones nocturnos y las cuadrillas nocturnas en provincias como Zamora o León, pues pueden atender los fuegos que se inician a última hora de la tarde (muy habituales sobre todo cuando son intencionados) sin alterar los turnos de trabajo, pero garantizando el servicio.
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