Con la llegada del otoño y de las lluvias se estrena la temporada por excelencia para disfrutar de la micología, pero es muy importante saber diferenciar las setas comestibles de aquellas que no lo son porque algunas son tan tóxicas que pueden provocar incluso ... la muerte.
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Puede que, lejos de las más conocidas, el resto parezca también apetecible, pero entre los hongos que se pueden recolectar durante el otoño se encuentran algunos de las más peligrosos para la salud. Por este motivo, es imprescindible consultar en caso de tener alguna duda, para cerciorarse de que la seta que se tiene entre manos no supone ningún riesgo. No en vano, cada año se produce alguna intoxicación, como la del pasado año en Valencia.
Las nuevas tecnologías también se han hecho un hueco en el mundo de la micología y hay algunas aplicaciones que ayudan a distinguir entre setas, para ayudar a identificar cada una y saber si se pueden comer o no. No obstante, la recomendación más importante en caso de duda es no comerla.
Con 20 gramos de Amanita phalloides se puede causar la muerte. De hecho, el Papa Clemente VII falleció en Roma en 1534 tras ingerir esta seta. Es una de las especies más venenosas. Si se ingiere afecta principalmente al sistema digestivo, los riñones o el hígados. Esta seta contiene un tipo de amatoxina capaz de bloquear una proteína y provocar la muerte de las células.
Al igual que la Amanita, esta seta contiene amatoxinas, por lo que también resulta venenosa e, incluso, mortal. Es pequeña, con una tonalidad entre naranja y el color de la miel. Tiene un sombrero cónico.
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La Lepiota también es pequeña y tóxica por la presencia de amatoxinas. El género lepiota ataca de forma fulminante el hígado y puede llegar a ocasionar la muerte.
Esta seta puede aparecer tanto en verano como en otoño y su peligro es que se confunde fácilmente con otras especies comestibles como la seta de San Jorge. Una característica curiosa de esta seta es su agradable olor, parecido al de la harina. Su ingesta puede llegar a provocar un síndrome gastrointestinal grave con síntomas como diarreas, vómitos o dolor abdominal.
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Esta seta se caracteriza por su sombre, de color marrón o verdoso con motas atigradas blancas. Comer esta seta puede llegar a afectar a nivel mental y es que esta seta contiene compuestos psicoactivos que afectan al sistema nervioso. Aparece también dificultad para coordinar movimientos y se pueden sufrir alucinaciones.
•La mayoría de las setas crecen durante el otoño, y el resto en primavera. Salen cuando el sol vuelve a calentar el suelo tras un periodo de lluvias.
•Evitar coger setas en los bordes de las carreteras o en zonas que puedan haber sido fumigadas, puesto que pueden acumular metales pesados y sustancias tóxicas.
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•No se debe arrancar nunca una seta del suelo, hay que cortarla con un cuchillo por la base del pie para sacarla entera, de manera que el hongo pueda seguir viviendo y dar nuevos frutos en siguientes temporadas.
•Es recomendable limpiarlas en el momento de recogerlas para evitar que la suciedad penetre en la seta.
•Meter las setas en una cesta de mimbre ayuda a que las esporas se esparzan por el suelo durante el paseo, favoreciendo la germinación de futuras setas. En una bolsa cerrada podrían estropearse, e incluso pudrirse.
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Importante: a no ser que la persona que va a recolectar sea experta en micología o tenga a alguien cerca que le pueda asesorar, lo más seguro siempre es comprar las setas en el mercado si se van a ingerir.
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