Rozalén protagoniza la noche del festival ante un público intergeneracional

La manchega, gran amiga del festival, logró reencontrarse con su público en Aranda, cuatro años después. Hubo recuerdos para la ausencia:«Vamos a agarrar todo lo que pase esta noche, que nos lo han arrebatado durante dos años», dijo, en referencia a la pandemia, antes de interpretar 'Y busqué'. Le siguió, ya cerca de la medianoche, 'Justo'. «Yo sé que he empezado un poco intensa, pero necesitamos un chute de alegría y de color. ¿Estáis preparados? Porque comienza la fiesta», dijo justo después, y se arrancó con 'La sonora santanera' o 'Yo no renuncio'.

Entre los asistentes, algunos que habían acudido única y exclusivamente a disfrutar de la actuación. «Venimos por ella, a verla, porque nos encanta», afirmaban Loli y Adela, dos amigas cercanas a los 70 años que se estrenaban anoche en Sonorama.

En el recinto, desde las siete de la tarde, los primeros compases se vieron respaldados por el público más veterano que en la fiesta de bienvenida copada absolutamente por las nuevas generaciones. Los Secretos y Celtas Cortos abrieron boca con un repertorio plagado de sus éxitos de siempre, aquellos que han coreado y corean varias generaciones. Así se inauguraban los escenarios principales, Ribera del Duero y Aranda de Duero, decorados para la ocasión con unas lonas que representan el 'skyline' arandino, obra del artista Nano Arribas. En la ornamentación también destaca un 25 gigante, que corona la intersección entre escenarios y representa las velas a soplar en el cuarto de siglo del festival. Por ese escenario también pasó Jeanette, todavía rebelde «porque el mundo le ha hecho así», poniendo ese toque 'vintage' emprendido por el evento hace una década.

La jornada estaba de recuerdos y esos se vivieron en el escenario '25 aniversario'. En él se dieron cita aquellas tres bandas que participaron en el primer Sonorama. Chucho, Mercromina y Doctor Explosion actuaron en aquel pequeño festival de 1998, celebrado en la extinta plaza de toros por dos jóvenes que intentaban salvar su tienda de discos. Se vendieron 200 entradas, se llegaron a abrir las puertas ante la poca animación y, a pesar del acceso gratuito, aquel público no llegó a sumar las 300 personas. Algunos de aquellos primeros sonorámicos revivieron el momento, en un ambiente y unas dimensiones de festival inimaginables entonces. Emoción y nostalgia también de los grupos pioneros, cuarto de siglo después. Algunos de ellos incluso se reencontraban de nuevo para este concierto.