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G. M., C. M., Y. B. y B. F., agentes de la comisaría de la Policía Nacional de Aranda, prefieren mantener el anonimato. No quieren méritos ni reconocimientos por su trabajo más allá de la sensación de una buena labor realizada y de salvar ... una vida. El pasado 5 de marzo tuvieron una intervención especial, de esas que dejan poso, aunque en está ocasión con un final feliz.
Ese día, los cuatro agentes acudieron a un aviso de un accidente laboral, en el que un joven se había quedado atrapado entre un rodillo y una cinta transportadora, presionándole el brazo derecho. «Llegamos y nos encontramos con un compañero de trabajo que le estaba intentando cortar la cinta con una radial. Él fue a por otra radial más grande y eléctrica, con la que se pudo liberar. En ese momento, la víctima estaba pegando verdaderos alaridos», explican los policías y por un día sanitarios.
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«Acto seguido, el chico se puso a correr desorientado, pero conseguimos tumbarle en el suelo. Le rompimos la camiseta y vimos dónde estaba el punto de sangrado, que era la axila. Era como un cable que emana sangre al ritmo de los latidos. Directamente, tapamos la herida», relatan los héroes del joven.
Una intervención rápida y precisa y que sirvió para salvar la vida de ese operario. Eso bien los saben los sanitarios del hospital Santos Reyes de Aranda de Duero, que, además de felicitar en persona a los cuatro agentes, días más tarde enviaron una carta destacando la labor de ese 5 de marzo. «Es un orgullo poder decir que hemos salvado la vida a una persona. A nivel profesional, es lo mejor que se puede contar», relatan.
Una intervención, la de G. M., C. M., Y. B. y B. F., que fue coordinada por el simple de hecho de la «adrenalina del momento y la emergencia de la situación». «Fue todo instintivo, porque no te da tiempo a pensar en nada. Además, sin decir nada, nos dividimos el trabajo. Unos taponaban la herida y los otros intentaban que no perdiera el conocimiento», afirman los policías nacionales, que reconocen que tienen «conocimientos básicos en primeros auxilios». «En la escuela de Ávila sí que recibimos algo de formación, pero es muy básica», concluyen.
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