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A pesar de su corta edad, ha sido una decisión propia que afronta con ilusión y con algunos nervios al acercarse una cita tan importante. Ana Maté del Pozo, una pequeña de cinco años y alumna del colegio Claret, se convertirá en la protagonista de la Bajada del Ángel de Aranda de Duero en una edición muy especial, de vuelta a la normalidad y reencuentro con esta tradición tan arraigada en la capital de la Ribera del Duero. Tras dos años de ausencia, el acto más destacado de la Semana Santa arandina retorna sin límite de aforo y solo con la obligatoriedad de vestir mascarilla. Decenas de personas se concentrarán a las doce de la mañana de este domingo de Resurrección ante la fachada de la iglesia de Santa María, para ver como Ana, convertida en un pequeño angelito desciende desde las alturas para retirar el manto negro a la Virgen y anunciarle la resurrección de su hijo, soltando al aire unas palomas.
La pequeña es cofrade, desde que nació, de 'Las Candelas', el colectivo que con tanto mimo y profesionalidad organiza desde hace décadas la tradicional Bajada del Ángel. Con un carácter sociable y alegre, Ana se ha visto abrumada en los últimos días al convertirse en el foco de atención. No le gusta demasiado hablar delante de los micrófonos, pero en su actitud se palpa la ilusión y orgullo ante el reto que tiene por delante, cuando una abarrotada plaza de Santa María tenga fija la mirada en el huevo que se abrirá y del que se deslizará la pequeña 'angelito'. «La verdad es que está muy ilusionada, tiene muy claro lo que tiene que hacer, no tiene miedo, cree que lo va a hacer perfecto y nosotros tenemos esa confianza en su seguridad», explica su madre, Marta del Pozo.
En lo que se refiere a la decisión de afrontar este reto, Marta desvela que la iniciativa «ha partido de ella, sí que es cierto que nosotros le hemos traído siempre a ver el acto y los ensayos en Sábado Santo, pero ella desde pequeñita nos ha dicho que quería». Era un deseo que permanecía en su mente durante todo el año ya que «a veces cuando pasábamos por delante de la fachada de Santa María, en cualquier época, me preguntaba: '¿Mamá, cuándo voy a ser yo el nene?' o 'mamá, no está el cajón, ni el globo».
Viendo esta inquietud, los padres de la pequeña, al preguntar la Cofradía sobre los niños interesados en participar o ensayar, decidieron probar. «La llevamos, nuestra actitud ha sido la de apoyarla y acompañarla, pero la iniciativa, créeme, ha sido de ella», incide. Ya en el año 2020 hizo un pequeño ensayo, acompañando a la elegida, y antes de que por la pandemia se tuviera que suspender la cita. «Este año ha participado en varios ensayos. En esta ocasión, se ha seleccionado también otra a niña por la situación de covid, que ante cualquier incidente en este sentido no se tenga que parar un acto que lleva ya dos años parado», explica Marta.
La Bajada del Ángel es una representación singular que se ha conservado en muy pocos lugares del país, lo que la hace cobrar especial interés. En otros tiempos, era un acto más generalizado, que fue desapareciendo paulatinamente y ha pervivido en Aranda de Duero, en Peñafiel y en Tudela (Navarra). En el caso de Aranda, marca su singularidad, la espectacular fachada de la Iglesia de Santa María, escenario del que sale el huevo que porta al Ángel. El historiador local, Fernando Lázaro, en un estudio sobre esta tradición arandina determina que en su día nació como «una representación de carácter religioso popular, para favorecer el acercamiento de creyentes a actos de culto». En esta línea, «a través de los sentidos se llegaba mejor a los sentimientos de los creyentes, provocando una vivencia apasionada del momento, logrando una fuerza emocional que atraía a los fieles», recoge.
Conocer el origen de la representación en Aranda resulta controvertido, hay diversidad de artículos en los que se remonta su escenificación a la época medieval, otros lo datan dentro de las escenificaciones teatrales de carácter religiosos de la época barroca. La falta de documentación al respecto puede estar basada en la prohibición de este tipo de funciones en el siglo XVIII, para retomarse con fuerza de nuevo a principios del siglo XIX.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
José A. González y Álex Sánchez
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