Investigan trata de personas detrás del caso de la mujer secuestrada en Aranda por el tiroteado en La Cistérniga

La Policía Nacional trabaja sobre la hipótesis de que la detención ilegal de la mujer, que ejercía la prostitución, no es un caso aislado sino que se enmarcaría en una red de trata de personas y podría haber más implicados, según confirmaron fuentes próximas a la investigación.

El Juzgado de Aranda 1 había solicitado al Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Valladolid que tomase declaración a la mujer, actualmente domiciliada en esta provincia, como víctima de violencia de género. Pero al producirse el crimen de La Cistérniga y morir el presunto autor de dicha violencia, se decidió suspender tal declaración y avisar a la interesada de que no iba a realizarse.

Entonces, la mujer aseguró que desconocía lo que le había ocurrido a su expareja, entró en pánico y expresó su temor a ser «la siguiente», lo que hace pensar a los investigadores que ambos sucesos están relacionados y que el móvil del crimen tiene que ver con la detención ilegal de la mujer en el piso de Aranda, de donde tuvo que ser rescatada por los bomberos.

Ella no fue, sin embargo, la primera mujer víctima de maltrato de Brayan L. C., quien hace cinco años había protagonizado un episodio de malos tratos continuado sobre una pareja anterior. Vallisoletano de nacimiento y afincado en Aranda de Duero, en marzo de 2017 pasó por la prisión a raíz de aquella detención, en la que llegó a enfrentarse a los agentes que le detuvieron con un cuchillo de carnicero.

Su último encontronazo con los policías tuvo lugar el domingo día 17 de julio, en Aranda de Duero. Allí los agentes rescataron a la mujer, que ejercía la prostitución y a la que el ahora fallecido retenía presuntamente contra su voluntad en una vivienda de la segunda planta de un edificio de la calle Puerta Nueva. La víctima, en un momento en el que se encontraba sola, logró pedir ayuda a gritos y porrazos que alertaron a los vecinos del inmueble.

Los testigos alertaron entonces al 091 y los agentes, gracias a la intervención de de los Bomberos de Aranda, que desplegaron la escala, lograron acceder a la vivienda y rescatar a la mujer. Eso además de encontrar droga en el interior del domicilio, cuyo alquiler figuraba, al parecer, a nombre de Brayan.

El joven no pudo ser detenido entonces y por eso se emitió una orden de busca y captura por los presuntos delitos de trata y contra la salud pública, que estaba en vigor cuando se vio implicado en una discusión con otro varón en el aparcamiento exterior del antiguo mesón La Tía Pepa (actual sala de fiestas privada Cister Sunday). Los testigos apuntaron que los dos se alejaron en un momento dado, en torno a la una y media de la mañana, por la calzada de la vía de servicio que discurre en paralelo a la travesía de la carretera de Soria y que, cuando se encontraban a unos doscientos metros de la citada sala, escucharon una detonación y vieron cómo Brayan caía desplomado sobre la calzada.

El sospechoso, un varón de unos 35 años que logró huir en un coche, aún no ha podido ser localizado y detenido, según ha indicado la Guardia Civil, que investiga el homicidio.

Brayan portaba documentación falsa, en la que figuraba que tenía 25 años y que era de origen portugués. Los agentes, y la posterior autopsia, confirmaría horas después que se trataba del joven vallisoletano que estaba huido de la Justicia para evitar responder de los citados delitos de prostitución y retención ilegal de una mujer y de tráfico de drogas. La víctima, que recibió un único disparo mortal en el tórax efectuado con un arma corta, falleció a las pocas horas de ingresar en estado crítico en el Clínico. Brayan L. C. tenía 27 años, nació en Valladolid y desde hacía tiempo residía junto a su familia en Aranda de Duero.

En su historial policial figuraban numerosos antecedentes, en su mayoría por episodios violentos de malos tratos o atentado a la autoridad, así como un último de drogas. El joven fue detenido por primera vez cuando tenía 19 años.

La Guardia Civil busca ahora al autor de su muerte, uno solo, en principio, sobre el que contarían ya con pistas suficientes para su identificación. Fueron varios los testigos que presenciaron los hechos y el exterior del antiguo mesón, además, cuenta con un reguero de cámaras de videovigilancia que, en el caso de estar en funcionamiento, podrían ayudar a esclarecer lo ocurrido y los motivos del crimen.

Los testigos, socios de la sala de fiestas, apuntaron a que sí conocían a Brayan y que al agresor no le habían visto por allí. No se descarta que el autor del crimen fuera un sicario que actuó por encargo en un ajuste de cuentas relacionado con el tráfico de drogas y la trata de mujeres destinada a la prostitución.

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