Hace tiempo quedaron en desuso, quizás por eso se han convertido en pequeños tesoros hechos de telas, encajes, y abalorios. Hubo tiempos pasados en los que las mujeres y hombres vestían así, para ir al campo, para ir de gala, en sus bodas o para ... acudir a un funeral. Cada traje respondía a un momento concreto. También a la capacidad económica de esa familia, o al estatus que ocupaba dentro de la sociedad.
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Con el tiempo dejaron de usarse y ahora tan solo salen de los armarios gracias a los grupos de danzas, para exposiciones o, como ha ocurrido en Campillo de Aranda, para formar parte de un desfile de lo más peculiar.
En esta localidad de la Ribera del Duero se han reunido 54 pueblos para homenjear los trajes regionales de la zona y lucirlos con orgullo sobre una pasarela que se ha olvidado de las últimas tendencias en moda.
Un desfile muy peculiar que ha hecho las delicias de grandes y pequeños y que ha reivindicado la identidad de una memoria colectiva para que no se quede en el olvido.
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