«No me miréis nadie a los ojos, por favor!», les pedía Beatriz Martínez a sus invitados, tratando de no emocionarse más y echar a perder parte del maquillaje. «¡Que ya llega el novio, que ya llega!», añadía, mientras se acercaba a la entrada ... de una antigua iglesia románica del siglo XII y ahora centro astronómico (San Pedro Cultural) en un municipio de Palencia. Y es que la boda que se vivió el sábado en Becerril de Campos marcará un antes y un después en la historia de los enlaces matrimoniales. Sin duda alguna.
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El novio, que ya esposo, Víctor Vela cumplía el sábado cuarenta años. Y su pareja decidió sorprenderle con algo más que una fiesta sorpresa. Le dejó con la boca abierta con una boda sorpresa. Ambos tenían pensando haberse casado hace unos meses, pero la pandemia lo trastocó todo y el enlace fue anulado. Pero Beatriz comenzó a darle vueltas a la fiesta sorpresa de su chico y finalmente decidió liarse la manta a la cabeza y organizar la boda. Superó contratiempos, barreras, normativas y restricciones, pero el sábado todo valió la pena para ver la cara de sorpresa del cumpleañero y sus lágrimas de emoción.
Pocos fueron los afortunados que acudieron al acto presencialmente. Quince. El resto de los invitados, hasta llegar a los 150 iniciales, siguieron el enlace telemáticamente. Dos formas distintas tenían para ver la boda en directo, a través de Youtube y 'Zoom'. Pero no solo eso. También podían participar en la misma si utilizaban la segunda plataforma. Cuando los novios se dieron el 'sí, quiero', muchos invitados pudieron felicitarles desde sus casas y los recién casados también pudieron verles y sentirles a través de la pantalla gigante que estaba instalada en San Pedro Cultural, con una videoconferencia donde se veían todos los emocionados rostros.
Víctor llegó hasta Becerril de Campos engañado. Engañado y en vaqueros, claro. Se suponía que iba a reunirse con un empresario en un almuerzo. «¿Si no cómo le llevaba hasta allí un sábado por la mañana?», argumentaba Beatriz, que le tenía un chaqué preparado junto con una corbata rosa detrás de un biombo dentro del propio centro astronómico.
Y llegó el prometido hasta allí. Y vio a su pareja vestida de novia, con un precioso vestido blanco que le había hecho su tía Rosa Mari con tela de seda que compró Beatriz en un viaje a la India. Y mil ideas cruzaron su mente en segundos hasta que la abrazó y comenzaron las lágrimas. Se asomó al interior de San Pedro Cultural y vio a los invitados sentados, a los músicos -que la ceremonia contó con un órgano y un violín-, la pantalla gigante con el resto de invitados esperándole también. Todo listo. Solo faltaba él, ya que en esta ocasión fue la novia la que esperó al novio.
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Y fue a vestirse, aún asimilando todo y sin dar crédito a lo que estaba pasando. Mientras, Beatriz se acercaba al micrófono para decir: «Me ha dicho que sí, así que hay boda», con humor y emoción al mismo tiempo.
Pero para llegar hasta allí, para ponerse los anillos que les entregó Juan, el hijo de Beatriz, ha pasado por muchos quebraderos de cabeza y noches en vela. La boda iba a celebrarse en el Casino de Palencia, pero el cierre de toda la hostelería decretado por la Junta -dos días antes de su enlace- hizo que su plan se fuera al traste. Pero llegó la opción de San Pedro Cultural, que nunca ha albergado una boda con tan pocos invitados. Y llegó el siguiente problema. ¿Dónde podían celebrarlo después? Eran muy pocos e iban a cumplir con las medidas de seguridad de mesas de máximo seis personas y todo. Pero la hostelería estaba cerrada, aunque las áreas de servicio permanecen abiertas.
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Y entonces Beatriz se acordó de un área de servicio que cuenta con un asador en Aranda de Duero. Y, para que el sitio tuviese aún más sentido, allí fue donde Víctor se arrodilló, hace año y medio, y le pidió matrimonio. Y allí continuó el enlace con algunos de los invitados a la ceremonia, con la tarta de bodas y con la ilusión de su unión.
Los invitados que tuvieron que ver la boda a través de su móvil o del ordenador recibieron en sus casas días antes del enlace el 'kit-invitado', con una botella de vino con una caricatura de los novios como etiqueta, pañuelos para enjugarse las lágrimas y las contraseñas para acceder al enlace virtual. No hubo detalle que se le escapase a Beatriz. Incluso tuvieron un cuadro de regalo, pintado por Marian López, la tía de la novia, que inmortalizaba el primer día que se conocieron. Todo perfecto para celebrar una boda y un cumpleaños. Lo que les queda pendiente y les quedará por un tiempo es la luna de miel. Pero no importa, han logrado casarse delante de toda su gente.
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