Aranda encara una semana de fiestas marcada por la pandemia y la presencia policial

La Plaza Mayor, que hace un año acogía a cientos de personas para arrancar el primer día de fiestas, está prácticamente vacía esta jornada marcada por la tristeza entre los vecinos de Aranda y por el incremento de la presencia policial en las calles.

«No hay nadie, es un día muy raro y muy triste», reconoce una pareja que ha salido a tomar el vermú por el centro. No en vano, la imagen del municipio impresiona a quien ha conocido y vivido las fiestas. Por parte del Ayuntamiento se decidió suspender todos los actos festivos, excepto los litúrgicos que se realizarán con estrictas medidas de seguridad, y no se ha elaborado ningún programa alternativo.

Las peñas no desfilarán este año ni podrán abrir las bodegas subterráneas al público, no habrá pase de Gigantes y Cabezudos para los más pequeños, ni conciertos, ni atracciones en la feria ni mercadillo ambulante. La hostelería se enfrenta a unos días difíciles. Tras el duro golpe recibido con el confinamiento de la ciudad en agosto, la ausencia de Sonorama y las restricciones de las fiestas serán la puntilla que la pandemia deje en la localidad.

No obstante, desde la Asociación de Hosteleros de Aranda y la Ribera, animan a los vecinos «a ponerse el pañuelo de fiestas», a salir a comer y beber pero con sentido común y responsabilidad para evitar un repunte de contagios. Precisamente para velar por el cumplimiento de la normativa, hasta la capital ribereña se han desplazado policías de refuerzo que patrullan por las zonas de botellón y por las calles en las que, tradicionalmente, se aglomeraban más personas en estas fechas.

Mañana tendrá lugar la misa en la ermita de la Virgen de las Viñas, pero no habrá procesión posterior. Muchas familias sí se animarán a comer fuera de casa, siempre en grupos reducidos, y el lechazo será el plato estrella del domingo, aunque un gran número de ciudadanos ha decidido aprovechar la festividad de lunes y martes para marcharse de vacaciones. Un año histórico que, a buen seguro, ningún arandino olvidará facilmente.