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Aranda de Duero: sin el oasis musical de repercusión millonaria

Aranda de Duero: sin el oasis musical de repercusión millonaria

Un agosto diferente ·

El tejido económico arandino perderá una inyección de 8 millones de euros por la suspensión de Sonorama Ribera, que congrega a más de 25.000 personas diarias

Martes, 11 de agosto 2020, 15:29

La villa arandina está ya acostumbrada a cambiar durante cinco días, casi duplica su población con la llegada de más de 25.000 festivaleros que ven Aranda como un oasis musical a mediados de agosto. Es Sonorama, aquel sueño de unos veinteañeros que ... daba sus primeros pasos en 1998 con un fracaso estrepitoso y, a fecha de hoy, es uno de los mejores festivales del panorama nacional. Una cita que, según su público, marca la diferencia mimetizando a los asistentes con la ciudad, brindando con vino de Ribera del Duero, animando a comer lechazo asado y apostando por los grupos emergentes, el producto nacional y las sorpresas.

Este año no puede ser. Las calles de la ciudad, entre mañana y el 16 de agosto, echarán de menos los borsalinos, las camisetas coloridas con frutas tropicales, las colas en las barras de los bares y la música en el casco antiguo a plena luz del día. El escenario más sonorámico, el de la Plaza del Trigo, ha echado el cierre hasta el año que viene y habrá que esperar a 2021 para encumbrar a algún grupo desconocido a la fama o presenciar a un cabeza de cartel en forma de sorpresa. La covid-19, las medidas de seguridad de la nueva normalidad y la apuesta por «el festival más importante, la vida», han llevado a la organización a posponer la cita, conservando el mismo cartel y validando las entradas adquiridas. Una decisión difícil para el alma del festival, la asociación Art de Troya, por muchos aspectos. El anímico, el sentimental, el económico…

Público y escenario en el festival del año pasado.

Sonorama supone una repercusión económica de ocho millones de euros, según constatan los informes. La inyección se centra en el tejido hostelero, bares y restaurantes; pero también en comercios y supermercados. A mayores, el cartel de completo en hoteles y casas rurales en 50 kilómetros a la redonda y pisos de alquiler a precios de oro. «Va a ser muy extraño. Para nosotros emocionalmente es complicado y Aranda también va a echarlo de menos. Creo que, de alguna manera, va ser bueno que volvamos al principio y demos el verdadero valor que tienen las cosas», afirma el director del festival, Javier Ajenjo. De cara al futuro, defiende la importancia de «seguir creyendo en que se pueden hacer cosas diferentes en un pueblo de Castilla y que a través de la cultura se logran muchas cosas como activar la vida a nivel comarcal en todos los sectores económicos».

Al menos, un festival solidario

A pesar de todo, el carácter luchador del festival ha propiciado que la música no falte ni en época de pandemia. «Siguiendo todos la norma de seguridad marcada por las autoridades habrá un festival solidario en el mes de septiembre para aquellos que han estado en primera línea de lucha. Mil héroes que nos han cuidado y nos cuidarán siempre», detalla.

En la calle, los hosteleros apoyan la decisión de posponer, aunque confiesan que supone un menoscabo económico importante. «Es un acto de responsabilidad por la situación en la que estamos, pero solo en esos cinco días se factura más que en todo un mes. En mi caso, también contrato tres personas de refuerzo», explica Carlos Nieto, propietario de bar Palo Santo situado entre dos de los escenarios urbanos. En cualquier caso, destaca que más allá de la repercusión económica, también está la mediática, «coloca a Aranda como referente de la música en España y es una gran promoción para todos».

Ajenjo: «Para nosotros emocionalmente es complicado y Aranda de Duero también va a echarlo de menos»

En la misma línea se posiciona María de la Fuente, propietaria de una tienda de instrumentos musicales en la Plaza Mayor. «En mi producto repercute el ambiente musical que se genera y se nota durante todo el año. Hay más interés en la música». Cuente como anécdota, que más de un artista del festival ha tenido que acudir a comprar a última hora, «algún olvido, algún percance, esas cosas pasan».

Para muchos, este será el primer agosto sin Sonorma desde hace 22 años. Es el caso de Olga Belacortu y Bárbara Gómez, dos arandinas fieles a la cita desde 1998. «Con pena, este verano, como para todos los sonorámicos, será diferente», afirman con la esperanza puesta ya en 2021.

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