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Estado actual de la torre del telégrafo en Prádanos de Bureba.

Los restos del Whatsapp del siglo XIX en Burgos

La provincia aún mantiene dos torres del telégrafo óptico, sistema de comunicación instaurado durante el gobierno de Isabel II y que comunicaba Madrid con Irún a base de señales visuales

Sábado, 15 de febrero 2020, 09:24

No existía Whatsapp, ni correo electrónico cuando el gobierno de Isabel II, en 1844, decretó la puesta en marcha en España del telégrafo óptico, un complejo sistema de comunicación ideado por el ingeniero militar José María Mathé Aragua, en el que, gracias a señales, se ... transmitían de torre a torre mensajes encriptados que solo se podían interpretar al comienzo y al fin de la línea, donde había unos cuadernos con anotaciones para descifrar el contenido.

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En Burgos, el telégrafo óptico cobró una relevancia especial y en sus dominios se ubicaron once torres a lo largo de todo el territorio. Formaban parte de la línea denominada de Castilla y transcurría desde Madrid hasta Irún con puntos fijos en la provincia en Revilla Vallejera, Villazopeque, Cabia, Burgos, Cótar, el puerto de la Brújula, Prádanos de Bureba, Grisaleña, Pancorbo, Bujedo y La Puebla de Arganzón.

En realidad se enviaban números de varias cifras, cada uno de los cuales indicaba la página, la columna y la línea del libro en la que se podía leer la transcripción. «Tenían que tener un contacto rápido con las fronteras. Había miedo a invasiones de Francia o a guerras Carlistas», apunta el profesor colaborador de la Universidad de Burgos (UBU) e historiador Miguel Ángel Moreno.

La jornada en el telégrafo empezaba todas las mañanas con «su majestad sigue en un buen estado de salud». Ese escrito tardaba dos horas desde Madrid hasta Burgos y tan solo se interrumpía si se cruzaba con un mensaje más trascendental desde Irún. «Siempre que la notificación de bajada era más importante, se interrumpía la cadena», apunta Moreno, que ha editado el libro 'El telégrafo óptico en Burgos' y que resume los diez años que estuvo este sistema de comunicación en la provincia. Alrededor de una década hasta que se instauró definitivamente el telégrafo eléctrico, que venía funcionando desde hace tiempo en Francia.

Precisamente el telégrafo (si existiese algo en estas fechas sería algo así como Correos) sirvió para dar trabajo a muchas personas. En cada torre trabajaban alrededor de cuatro funcionarios, que se encargaban de captar el mensaje a través de un catalejo y comunicar el mensaje a la siguiente torre, ubicada a una distancia de entre 2 y 3 leguas (entre 10 y 15 kilómetros). ¿Y entre tanto mensaje, se podía perder algún número? Lo que se conoce hoy en día como el teléfono roto no existía en la comunicación del telégrafo óptico. El cambio de un dígito podría adulterar el mensaje final, por eso la notificación se recibía, se transmitía al siguiente fuerte y se devolvía a la torre de origen para evitar posibles errores. «Siempre se podía rectificar», detalla el profesor de la UBU.

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¿Y que queda de todo esto en la provincia? Los restos del telégrafo aún se pueden vislumbrar en territorio burgalés. El paso del tiempo ha hecho mella en esos torreones que imperaban en cerros de la provincia, pero en Bujedo, Prádanos de Bureba y Villazopeque la historia de este sistema de comunicación convive con los habitantes de estas localidades. «La que mejor está es la de Bujedo», apostilla Moreno.

El caso de Villazopeque

El caso de la torre de Villazopeque es sin duda el más singular de la provincia, pues está construida sobre el campanario de la iglesia, aprovechando que es la única elevación que hay en los alrededores. «Dos elementos curiosos confirman el uso de la torre como telégrafo. Si se observan los cuatro vanos construidos, tanto al este como al oeste, hay unos pequeños agujeros circulares en el portillo de la derecha. Además, junto a las ventanas hay unas troneras tapadas con maderas por el interior. Parece evidente que en ambos sentidos los agujeros eran para vigilar los avisos de las torres colindantes sin necesidad de abrir las ventanas», resume el profesor de la UBU.

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Precisamente Moreno forma parte del grupo de investigación en Comunicación Audiovisual y Patrimonio Cultural (Caypat) de la Universidad de Burgos, dedicado desde hace más de una década a la divulgación de la historia y la cultura de la provincia. Hace casi dos años, una exposición sobre el telégrafo recorrió la provincia y el objetivo sigue siendo el mismo, dar a conocer la funcionalidad de este peculiar sistema de comunicación.

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