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Raúl Gómez en el monte de Hontoria del Pinar desempeñando un oficio que parece condenado a desaparecer, el de resinero. Foto cedida por Raúl Gómez
Resinero, un viejo oficio que se resiste a desaparecer en Hontoria del Pinar

Resinero, un viejo oficio que se resiste a desaparecer en Hontoria del Pinar

El monte de este pueblo burgalés llegó a contar con 40 matas de pino resinero | En la actualidad solo un vecino, Raúl Gómez, sigue realizando este oficio en el lugar que albergó la primera resinera de España

Domingo, 15 de septiembre 2019, 09:47

«Soy resinero, un oficio que está en desaparición en la provincia de Burgos aunque se hayan intentado iniciativas para impulsarlo», afirma Raúl Gómez, el último resinero de Hontoria del Pinar. La resina de pino es un recurso que en este pueblo se explotó ... en el pasado pero ya no se aprovecha. Tan importante fue la resina para Hontoria del Pinar que aquí se fundó, en la segunda mitad del siglo XIX, la primera fábrica de destilación de resinas de España.

En su momento hubo 40 matas de pinos en Hontoria del Pinar, es decir, 40 lotes para 40 equipos de trabajo que desempeñaron la labor a la vez en este lugar. En este momento, el oficio de resinero tiene nombre propio en este pueblo burgalés de la comarca de Pinares, Raúl Gómez. Él es el único resinero que resiste.

Lleva siete años desempeñando este oficio. Comenzó con otros dos compañeros, al año siguiente se unió otro. En total eran cuatro personas que volvían a retomar este oficio pero todos, excepto Raúl, lo han ido abandonando. Él es el único nexo de unión que guarda el pueblo con ese pasado resinero, cuando Hontoria fue pionero en España de este oficio.

«Algunos me han comentado que es mucho trabajo para unos beneficios escasos», explica Raúl, pero él asegura que no lo deja ni lo va a dejar porque, entre otras razones, le va muy bien para su enfermedad. «Soy diabético, antes era panadero y ese oficio me sentaba peor. Como resinero hago mucho ejercicio recorriendo el monte y esto me va muy bien», reconoce.

Raúl no lo sabía pero su pasado y sus antepasados ya le venían indicando que acabaría como resinero. Él es natural de Cuéllar (Segovia), llegó a San Leonardo (Soria) con unos cuatro años y después de casarse se mudó al vecino Hontoria del Pinar donde lleva 25 años.

Antecedentes familiares

Raúl sabía que un tío suyo había sido de los últimos resineros que recogieron esta sustancia para la resinera de Hontoria. También supo que su abuelo había sido resinero en Cuéllar y su madre también había recogido este líquido viscoso con su abuelo. Después se enteró de que algunos primos suyos habían empezado a coger resina por Cuéllar. Fue hasta allí con varios compañeros de Hontoria que querían aprender sobre el oficio.

Después de observar en Cuéllar cómo funcionaba esta actividad, se lanzó a ello. «Mi primo me avisaba de que era algo duro pero ya me encargué de aclararle que el monte de Hontoria es más duro que aquel. Aquí hay muchas pendientes, allí es todo más llano. Cuesta trabajar el doble que en Segovia y de rendimiento se obtiene la mitad porque son otra clase de pinos», explica Raúl.

Pese al esfuerzo, Raúl ha encontrado en la resina salud y bienestar. «En lo que pueda la resina no la dejo. Para mí es vida. En el monte se está estupendamente, me pongo la radio y a trabajar», confiesa Raúl, que tiene 49 años y aún le quedan muchos por dedicar a este oficio.

Rutina

Durante su jornada dedica unas seis horas al día a estar en el monte, «no dedico ocho o nueve horas porque con seis hay días que me vale para extraer la resina de los 3.500 pinos que gestiono. Además, ayudo a mi mujer con la panadería», explica.

Suele trabajar de marzo a noviembre, ambos meses incluidos, y descansa de este oficio los tres meses de invierno duro. Los pinos son propiedad del Ayuntamiento de Hontoria, así que paga una especie de alquiler en función del precio por pino que está especificado en el contrato. Este es uno de los principales problemas que Raúl reconoce como freno de esta actividad en la provincia de Burgos. «A nivel de Diputación, en Burgos no se subvenciona nada de esta actividad. Nos enteramos de que en la zona de Soria la Diputación subvenciona algo, al menos el alquiler de los pinos. Por eso en la zona de Almazán y Tardelcuende hay más resineros. La gente va donde se le dan facilidades», matiza Raúl.

En cuanto a producción, Raúl reconoce que excepto el primer año, el resto han sido «bastante buenos, no me quejo porque tampoco vivo expresamente de ello, así que para mí sí es rentable esta actividad». Por temporada recoge entre 12.000 y 13.000 kilos de resina de los 3.500 pinos que gestiona.

Resina en un pote, cuenco donde se almacena al caer del árbol. Cesefor

Los conocimientos que preserva Raúl

Mientras alguien siga manteniendo el oficio de resinero esos conocimientos no se perderán. Por el momento, hay que intentar dejar constancia de ellos. Raúl Gómez explica que lo primero que hace es marcar los pinos de su mata con los guardas forestales. Después empieza a derroñar, que es quitar la corteza, «se deja poca para que el calor penetre bien. Esto hay que hacerlo en todos los pinos», explica.

Posteriormente, «se pone una chapa con una herramienta que se llama media luna. Se hace una incisión, se mete la chapa y se pone una punta para sujetar el pote, que es donde cae la resina».

Lo siguiente es ir haciendo incisiones o picas con la escoda y se aplica el estimulante. Por último, hay que recoger la resina. Raúl cuenta con un todoterreno con un remolque en el que carga los barriles.

Esa resina que recoge se la vende a una pequeña resinera que queda en San Leonardo.

La resina se destila y descompone en dos componentes: el aguarrás y la colofonia. Ahora se está intentando separar también la colofonia para ampliar sus aplicaciones.

La resina puede ser, y ya fue, un sustituto del petróleo. Tanto los derivados de la resina de pino como los del petróleo son hidrocarburos: los primeros de origen vegetal y los segundos de origen mineral.

Se emplea en pinturas, fijadores de aromas, jabones, neumáticos, disolventes.

En los años en los que se fue abandonando este oficio se llegó a pagar tan poco por ella porque se importaba mucha resina de China y Brasil. Era de peor calidad porque no se respetaban los ritmos del pino como aquí pero se empleaba. Ahora esto se ha revertido. Estos países se han convertido en importadores y no exportan su resina. Europa se queda desabastecida y por eso se ha empezado otra vez a resinar en muchos lugares con proyectos que apoyan este oficio como el SustForest Plus .

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