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En 2004 dos relieves fueron robados de la ermita visigoda de Santa María de Quintanilla de las Viñas. El pasado mes de enero fueron hayados en el jardín de un aristócrata inglés. Hoy han llegado al Museo de Burgos. Allí se restaurarán y en abril el Consejo de Patrimonio Histórico decidirá cuál es el mejor lugar para estas piezas.
En el momento en el que estos dos relieves, posiblemente visigodos, fueron sustraídos y salieron del país ilegalmente pasaron a ser titularidad de la Administración General del Estado, como ha explicado hoy Román Fernández Baca, director general de Bellas Artes, durante la entrega de estas piezas al Museo de Burgos. «Una vez se produzca su recuperación, el Consejo de Patrimonio Histórico considerará donde se ubican para que vuelvan a ser visitados por el mayor número posible de ciudadanos. El patrimonio y la cultura son una riqueza nacional», ha apuntado Fernández Baca. Este bien ahora forma parte de la Administración General del Estado y en el mes de abril el Consejo de Patrimonio Histórico decidirá dónde deben estar estas piezas tan especiales.
El alcalde de Quintanilla de las Viñas, presente durante la entrega de las piezas, no se ha manifestado sobre el futuro destino de las piezas pero desde la Asociación para el Desarrollo de Tierra de Lara ya se ha manifestado que intentarán que las piezas regresen a la ermita de donde fueron sustraídas, al igual que el resto de sillares que descansan en el Museo de Burgos.
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Las piezas fueron recuperadas en Londres el pasado mes de enero, tras haber tenido la Guardia Civil conocimiento de su posible localización por parte de un investigador privado. La entrega ha sido realizada hoy por agentes del Grupo de Patrimonio Histórico de la Unidad Central operativa (UCO) de la Guardia Civil y técnicos del Ministerio de Cultura.
El Gobierno de España recibió las dos piezas hace tres semanas en la Embajada Española en Londres, tras acordar los agentes la entrega voluntaria con el ciudadano holandés que los había localizado cuando se encontraban en poder de un comprador de buena fe que desconocía por completo su verdadera procedencia.
En cuanto se supo de la posible localización de las piezas, Marta Negro, directora del Museo de Burgos, y Adelaida Rodríguez, restauradora del museo, viajaron a Londres para certificar que se trata de los relieves sustraídos en Quintanilla de las Viñas hacía 15 años.
Tras obtener las licencias de exportación del Gobierno británico, fabricar unas cajas especiales y el correspondiente embalaje, la Guardia Civil ha puesto un avión a disposición de la operación que se desplazó ayer hasta Londres con el fin de garantizar el retorno a España de las piezas con todas las medidas de seguridad y conservación.
Fuentes de la Comandancia de la Guardia Civil de Burgos han confirmado que hay muchas partes de la investigación que «se desconocen porque el robo se produjo en el 2004. Tampoco sabemos cuándo salieron las piezas del país y este es un dato importante».
Las obras recuperadas son dos sillares de piedra caliza con unas dimensiones de 35x45x30 centímetros, y un peso de unos 35 kilos cada una. En una de sus caras tienen tallados en bajorrelieve unos personajes que muestran entre sus manos unos libros y que se han interpretado como la representación de dos de los evangelistas.
Las piezas fueron robadas en 2004 del interior de la ermita visigoda de Quintanilla de las Viñas. Uno de los conjuntos arquitectónicos más importantes del altomedievo hispano, caracterizado por su decoración tallada de marcada influencia orientalizante.
A raíz de la sustracción de los dos relieves se decidió trasladar al Museo de Burgos las otras obras que se encontraban en la ermita. Allí está de nuevo todo el conjunto tras 15 años de separación.
Adelaida Rodríguez, restauradora del Museo de Burgos, ha confirmado que las piezas tienen mucha cantidad de agua y contaminación biológica, con musgo, por haber permanecido mucho tiempo a la intemperie.
Ahora se someterá a los relieves a un secado lento, de un mes como mínimo. «Han sido transportadas en una caja que no estaba cerrada por completo para que la pieza siguiera respirando y no se produjera condensación que podría dar lugar a aumentar la contaminación biológica», ha apuntado Rodríguez.
La restauradora ha apuntado que lo importante es que las piezas «no vuelvan a estar en un ambiente con condiciones propicias para que se vuelva a reactivar la contaminación biológica». Cuando las piezas estén secas, ahora los tonos están intensificados por la humedad, se comprobará si han sufrido alguna abrasión.
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