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No es la primera vez que se pone el debate sobre la mesa. Y seguramente no sea la última. El Ministerio de Fomento lleva un tiempo valorando la posibilidad de implementar un peaje para toda la red de autovías de titularidad estatal. Se trataría, según los últimos planteamientos, de un peaje «simbólico» que ascendería a unos 2 céntimos por kilómetro para los turismos.
Tomando como referencia esa cifra, un conductor pagaría alrededor de 5 euros por circular por los 250 kilómetros de las autovías estatales operativas actualmente en Burgos, esto es, la A-1, la A-62, la circunvalación de Aranda de Duero (A-11) y el tramo de la A-73 entre Burgos y Quintanaortuño, el único que está abierto.
A mayores, de aplicarse la medida, el peaje también afectaría en un futuro al resto de tramos proyectados en la provincia de la A-73, la A-11 y la A-12, que sumarían alrededor de 120 kilómetros a la cuenta. Por el contrario, se libraría de la aplicación de la tasa la A-231 (Autovía de León), cuya titularidad es autonómica.
Poco ha tardado la Junta de Castilla y León en criticar la propuesta. Apenas unas horas después de que se filtrara de nuevo la posibilidad de implementar pejaes blandos en la red estatal de autovías, el consejero de Fomento, Juan Carlos Suárez-Quiñones insistía en que cualquier cobro de un peaje blando, por pequeño que sea, produce efectos perjudiciales.
En primer lugar para la marcha de la actividad económica, porque esta tasa o peaje supone un incremento de carga impositiva y de gasto para las empresas y transportistas, y, por tanto, «va en la vía contraria a lo que desde este Gobierno de la Junta entendemos que hay que hacer: bajar la carga fiscal, no incrementarla» afirmó el consejero.
En segundo lugar, Suárez-Quiñones insiste en que esta idea de pagar por transitar por autovías penaliza a los que menos tienen, lo que supondrá carga económica para la gente, sobre todo con menos recursos. El consejero, además, considera que «en la realidad rural de Castilla y León todo lo que afecte, dificulte y perjudique a la movilidad de nuestros pueblos hacia los principales núcleos de población va en contra de la lucha contra la despoblación».
Sin duda, la factura más importante se pagaría por atravesar la provincia de norte a sur a través del eje de la A-1, que suma algo más de 180 kilómetros entre el límite con Segovia y el límite con Álava e incluye también la antigua AP-1, liberalizada hace apenas unso meses. Por recorrer esa distancia, un turismo pagaría alrededor de 3,6 euros en caso de aplicar el peaje de dos céntimos por kilómetro.
Por su parte, el trayecto entre Burgos y el límite con Palencia a través de la A-62 supondría un coste de alrededor de 80 céntimos, mientras que el tramo entre Burgos y Quintanaortuño de la A-73 costaría alrededor de 26 céntimos, un coste muy similar al que tendría el tramo arandino de la A-11.
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