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Las cifras de delitos de odio descienden en Burgos con respecto a 2021, año en el que experimentaron un aumento considerable. Así lo indica el informe del Ministerio del Interior conocido esta semana, que muestra que los actos constitutivos de un delito de odio en ... la provincia han disminuido en el último año. De esta manera, también Castilla y León cae en las estadísticas en este tipo de infracciones, después de que en el pasado informe solo estuviera superada por el País Vasco en cuando a la tasa de delitos por 100.000 habitantes.
El pasado año se registraron en Burgos diez delitos de odio frente a los 31 del informe de 2021, esto supone una tercera parte del total de hace dos años. Es, además, la cifra más baja en los últimos seis años, ya que en 2020 y 2019 se registraron 18 delitos, mientras que en 2018 fueron 21 y en 2017, 17.
Estos datos dejan la tasa en 2,84 delitos por cada 100.000 habitantes, la cuarta más baja de las 26 provincias que obtuvieron las tasas más altas. Por provincias, dentro de la comunidad, la tasa más alta está en Valladolid con 3,66, seguida de Segovia, con 3,25, Burgos con 2,84 y Salamanca con 2,76, todas entre las 26 más altas de España.
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Como ya ocurriera el pasado año, las tres provincias vascas lideran esta tasa, con 20,40 delitos por cada 100.000 habitantes en Vizcaya, 16,93 en Guipúzcoa y 16,31 en Álava. En cuanto a Castilla y León, Burgos es la segunda provincia con más delitos de odio, por detrás de Valladolid, que registra 19, y empatada con León, que también suma 10. Por detrás, Salamanca con 9, Segovia con 5, Palencia y Ávila con 4 cada una, Zamora sumó 2 y Soria registró un único delito de odio.
En cuanto al hecho delictivo, la mayoría corresponden a racismo o xenofobia, con seis infracciones penales por este hecho. Uno ha sido por antisemitismo, uno por discriminación por enfermedad y los dos restantes por ideología.
Por estos delitos se han detenido o investigado a ocho personas, fueron 18 el pasado año. Tres de ellas han sido detenidas o investigadas por antisemitismo, otras tres por racismo o xenofobia, mientras que otra persona ha sido investigada o detenida por un delito contra la orientación sexual o de género y la restante por discriminación por enfermedad.
Se considera delito de odio aquellas conductas ilícitas donde el autor se sirve de sus prejuicios e intolerancia hacia personas que poseen una característica o condición (real o percibida) diferente a él mismo, como el color de la piel u origen étnico, nacionalidad, orientación sexual o expresión de género, ideología o creencia religiosa, discapacidad u otro factor similar de los recogidos en el código penal español, dónde la víctima es elegida por su condición inherente. Los delitos de odio pueden ser, por lo tanto, cualquier delito que tiene por objeto a una persona o grupo de personas, o su patrimonio, por razón de estas características, menoscabando la dignidad de la persona e impidiendo el normal desarrollo de sus derechos más fundamentales.
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