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La protectora de animales Bureba Protectora Animal, ubicada en Briviesca, ha anunciado que acaba una etapa en su trabajo. No cesa sus actividades como protectora pero sí cierra su refugio por la falta de voluntarios para atenderlo. Sorne Espinosa, presidenta de la protectora, reconoce ... que es «un momento duro» pero tenían que tomar la decisión.
Las dos perras que permanecían en el refugio, tras un periodo en el que se han adoptado a bastante animales de los que cuidaban en el refugio, han sido llevadas a una residencia. Este gasto también ha sido asumido por Bureba Protectora Animal.
Espinosa reconoce que la decisión es dura pero no se podía sostener más la situación. La protectora no cesa su labor ni se disuelve, solo deja el refugio por no tener gente suficiente para atenderlo. A partir de ahora, los animales que aparezcan y se recojan irán a una residencia de animales en vez de a su refugio, «siempre que la economía nos lo permita», explica la presidenta.
Hace cinco años comenzó la actividad de esta protectora en Briviesca con unos 14 voluntarios. Surgió la idea tras pasarse meses intentando recoger a una perra que callejeaba sin dejarse atrapar. «El problema es que, al final, se evaden responsabilidades muy rápido.
Al final, según apunta la presidenta de la protectora, la situación se ha hecho «insostenible». La razón es que entre cuatro personas no se puede atender un refugio durante todo el año, «sin descansos, desde hace tres años, todos los días a las 9 de la mañana alguna compañera y yo hemos estado en el refugio. Al final acabas cansado y no podíamos aguantarlo más», reconoce. Lamenta que, si hubiese habido más voluntarios, «quizá tendríamos que haber ido menos veces al mes y se habría podido mantener el refugio pero no ha habido implicación».
Desde la protectora se ha pedido ayuda de voluntarios para atender a los animales pero, finalmente, el núcleo del trabajo ha recaído sobre pocas personas. «No solo vivimos de donaciones, el dinero es importante pero a nosotros lo que nos faltaba era gente», añade Espinosa. En cuanto a la economía con las donaciones, huchas, mercadillo y unas cuentas muy controladas han podido funcionar. Donaciones no han faltado, voluntarios sí. Es más, incluso han sufrido robos de voluntarios, «lo que te desanima y te molesta muchísimo», recuerda Sorne Espinosa.
El refugio de esta protectora se constituyó como núcleo zoológico para poder albergar hasta 15 animales. Todo ello sumaba trabajo. «Muchas personas ven un animal abandonado, te llaman y creen que tienes la obligación de estar 24 horas en el teléfono. No entienden que esto no es nuestro trabajo, que es una labor voluntaria, desinteresada. Ellos nos dejan el animal pero cada nuevo animal supone mucho trabajo. Tiene que estar en cuarentena, salidas individuales...», explica Espinosa queriendo hacer entender el trabajo que hay detrás de su labor.
Reconoce que las críticas también desaniman y acaban haciendo mella pero también recuerda, y prefiere quedarse con eso, que han tenido mucha gente solidaria que les ha ayudado. Pero la protectora ha llegado a una situación insostenible y ahora cierra su refugio de Briviesca para quedar exclusivamente como protectora que derive a los animales abandonados a residencias, por lo que las donaciones siguen siendo necesarias, como lo es frenar el abandono y potenciar la adopción.
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