Este fin de semana la localidad bugalesa de Poza de la Sal estaría engalanada para celebrar la festividad de la Mascarada de los Negros y la Danza del Escarrete. Pero este año la situación es bien disinta. La celebración que habría de llevarse a ... cabo este fin de semana no tendrá lugar debido a la suspensión determinada con motivo de las restrucciones sanitarias que rigen a causa de la pandemia de la covid-19.
Publicidad
De esta forma, por primera vez desde que a finales de los años 70 la Cofradía de San Blas rescatase esta festividad que a punto estuvo de quedar extinta en la década anterior, la villa salinera no verá recorrer por sus calles a jóvenes recubiertos de hollín, ni a parejas casanderas danzar con los trajes tradicionales.
La Danza del Escarrete ostenta la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional desde el año 1992. Esta celebración, junto con la tiene lugar la jornada anterior, constituye por su singularidad y atractivo uno de los eventos a nivel etnográfico más importantes de la comunidad de Castilla y León. Y posiblemente uno de los menos conocidos.
El origen de la festividad se remonta a tiempos inmemoriales, habiendo llegado hasta nuestros días como vestigio de un tiempo pasado. Así, durante la jornada del sábado los protagonistas son «los Negros», jóvenes que que toman las calles tiznados de hollín, con actitud alborotadora en busca de alguna recompensa. Al día siguiente, tradicionalmente día de San Blas, son las parejas casanderas las que ocupan el centro de atención. Desde primera hora de la mañana la música envuelve las calles de la localidad, acompañando al Mayordomo a recoger una por una a las distintas parejas que ese año participarán en la danza del Escarrete. La comitiva la completa la figura del «pollero», encargado de ir recogiendo cada uno de los animales que las parejas van aportando a modo de ofrenda.
Tras toda una jornada en la que se suceden los actos festivos y religiosos, la festividad culmina con la Danza del Escarrete, en la que los mozos y mozas van danzando alrededor de los animales con una mano en jarra y sujetando en la otra una espada adornada con cintas de colores y una escarapela.
Publicidad
Como tantas otras ceremonias presentes en muchas culturas, la celebración de esta festividad se relaciona con la búsqueda de atraer la prosperidad a los nuevos matrimonios. De este modo, los animales domésticos venían a simbolizar la prosperidad del nuevo hogar. Antiguamente, los bailarines habían de demostrar durante la danza su habilidad para «escarretar» o decapitar los animales (de ahí el nombre), si bien hoy en día la fiesta se ha adaptado a los nuevos tiempos. Los bailarines se dedican a bailar en torno a ellos sin tocarlos, misión que es realizada con máximo cuidado por el Pollero.
Esta curiosa tradición única es una disculpa estupenda para descubrir esta preciosa villa y sus alrededores. Otro año habrá de ser.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
25 artistas para descubrir y disfrutar en 2025
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.