Poza de la Sal cuenta con una historia muy extensa. Los restos arqueológicos que, con el paso del tiempo, han ido apareciendo en el término municipal así lo demuestran. En algunos casos, estos recuerdos son muy singulares, puesto que las estelas funerarias, también llamadas estelas ... oikomorfas por su forma de 'casita', son únicas en el mundo.
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Pero, como ha ocurrido en muchos lugares de España, el progreso no fue de la mano de la historia. En este caso, la construcción del ferrocarril Santander - Mediterráneo -que, para más inri, no llegó a concluirse y actualmente está desmantelado en varios tramos- sacó a la luz restos romanos, pero también destruyó algunos de ellos.
Además, por desgracia, los vecinos no siempre han cuidado, ni en esta localidad ni en otros puntos de la geografía nacional-, los vestigios, que fueron víctima del expolio. Por ello, muchos están en casas particulares, otros se vendieron y algunos están incluso en el Museo Arqueológico de Barcelona.
Ahora, a caballo entre 2018 y 2019, cuando los ciudadanos tienen un mayor respeto por su pasado, un equipo dirigido por la arqueóloga Esperanza Martín y compuesto por el documentalista Manuel Gil, el arqueólogo Samuel Lahoz y el especialista en digitalización Zoilo Perrino, con el apoyo del Ayuntamiento pozano y la Diputación de Burgos, está localizando, registrando de manera precisa y documentando fotográficamente las piezas existentes, que están datadas aproximadamente entre el siglo I a.C. hasta el IV d.C.
La tarea es extensa, puesto que Poza de la Sal cuenta con un «potencial descomunal», explica la arqueóloga Martín y el objetivo, ambicioso. «Queremos salvar el conocimiento», añade la directora, que, además de acudir al municipio pozano, ha visitado el Museo de Burgos y ha pedido a vecinos que proporcionaran los restos arqueológicos que guardaran en sus casas para estudiarlo, aunque, en este caso, no han tenido mucha suerte.
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Poco a poco, el trabajo está dando sus frutos y el equipo de científicos ya ha reproducido digitalmente sesenta piezas, entre las que destacan estelas funerarias, hachas neolíticas, flechas, sarcófagos, molinos prerromanos y romanos, y alguna azuela, según indica Martín.
La exhaustiva documentación fotográfica permite, mediante procedimientos fotogramétricos, la impresión, mediante una impresora en tres dimensiones a escala real de las piezas para que, a través de una serie de talleres, niños y mayores puedan conocer y tocar, sin miedo a que se deterioren, auténticos tesoros del pasado.
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