Piedrahita de Muñó suma dos edificios a la lista roja de Hispania Nostra

La historia de la ermita hunde sus raíces en plena Edad Media. Aunque su construcción se vincula con la leyenda de la batalla de las Hacinas, según la cual la Virgen concedió al conde Fernán González una hora más de sol para vencer al ejército musulmán, sus orígenes parecen estar asociados al propio nacimiento de la localidad, entre los siglos X y XI. El edificio original ha sufrido numerosas intervenciones a lo largo de su historia, incluidas varias ampliaciones. La última gran obra data de mediados del siglo XX, cuando los propios vecinos de la localidad sufragaron gran parte de la obra.

Sin embargo, y a pesar de esas intervenciones y de la gran historia del edificio, actualmente no cuenta con ninguna protección específica y se encuentra en estado de ruina. De hecho, parte de la última intervención se vino abajo hace casi 30 años y la maleza ha ido cubriendo el entorno, degradando poco a poco el inmueble.

La ermita tiene una sola nave y es de planta basilical, realizada en sillería y aparejo regular. Tiene un ábside recto con cubierta de bóveda de cañón, en cuyo interior se conserva parte del retablo y decoración de las paredes y al que se accede desde la nave por un arco ojival posiblemente del siglo XV.

En peor estado incluso se encuentra el antiguo molino Riole o Riode, conocido en la zona como Molino Caído, situado también a las afueras del pueblo. Aunque no hay constancia de su construcción, se sabe que a principios del siglo XX estaba ya en funcionamiento, dando servicio a la localidad. Su principal singularidad reside en que está construido directamente sobre una roca, que de hecho forma parte de la estructura.

Su progresivo abandono ha desembocado en un estado de ruina. Apenas queda en pie una parte de los muros, pero sí que se conservan dos de las tres piedras de moler con las que contaba mientras estuvo operativo.

También se conservan los arcos por los que pasaba el agua que movía las ruedas de piedra, aunque están prácticamente colmatados por sedimento, al igual que el canal que partía desde un estanque que se situaba en la parte trasera del molino donde se almacenaba el agua que luego lo hacía funcionar. De ese estanque no queda mas que el recuerdo.