Si hoy pasaban por la Plaza Mayor de Palacios de la Sierra podrían ver a hombres y mujeres recoger vino que otros vecinos les repartían. Si ustedes no están empadronados en el pueblo, lo sentimos, no pueden disfrutar del reparto de este caldo. Así ha ... sido durante siglos en una tradición que se remonta en el tiempo hasta donde la memoria actual no consigue llegar.
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Palacios de la Sierra sigue fiel a una tradición que, además, se firma por contrato. El 8 de mayo, los arrendatarios de la finca conocida como Prado de Nava, deben repartir a cada uno de los vecinos o unidades familiares un azumbre de vino. La tradición y el contrato así lo mandan, repartir un azumbre, una antigua unidad de medida para el volumen de líquidos, utilizado comúnmente y casi en exclusividad para el vino. Un azumbre equivale a 2,05 litros.
Este reparto de vino que se realizaba y se realiza en Palacios de la Sierra cada 8 de mayo es una tradición blindada por contrato. Los arrendatarios de la finca Prado de Nava acceden a ella mediante subasta con el objetivo de que paste su ganado y disfrutan de ella durante cinco años. Durante este tiempo, todos los 8 de mayo tienen que comprar vino y repartir este caldo entre los vecinos. Además de realizar el pago acordado en la subasta, por supuesto.
Ahora puede ser un día más en el que los vecinos, los que quieren, se acercan a la plaza a recoger su azumbre de vino pero en el pasado era toda una fiesta. Eran los tiempos en los que el vino a repartir se colocaba en un pellejo en la plaza para su reparto. También había música y, sobre todo, era un día de celebración para los ganaderos. «Este día también se abre la dehesa para que los animales de los ganaderos del pueblo pasten allí. Era una fiesta muy vinculada con los ganaderos», explica Clara Antón, vecina encargada de repartir el vino este año.
Este año se han repartido unos 500 litros de vino entre los vecinos de Palacios de la Sierra. Un pueblo burgalés que mantiene sus tradiciones, lo que implica mantener el conocimiento vivo, acercarnos al pasado y conocerlo. Palacios con este acto ahora simbólico, antes una gran fiesta, se transmite valores e historias de una generación a otra y conforma la identidad del pueblo y sus vecinos.
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