Julio César Rico y Natalia Sáez Urzúa
Burgos
Domingo, 30 de julio 2023, 09:24
Paco Ventura es un hombre ligado al más puro término de cultura, como manifestación del modo de sentir, pensar y actuar de un pueblo. En La Presa, en Santillán del Agua, al lado de Lerma, ha creado un espacio de encuentro. Un lugar libre -de ... esos pocos que quedan en la madre Tierra colonizada por el individualismo- que da la oportunidad a cualquier persona o colectivo para que exprese lo que lleva en su interior, lo comparta y aprenda de todos.
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En este lugar, con su compañero Juan Carlos Gallego, ha levantado un espacio espiritual, místico en su raíz más profunda, que conecta con lo más profundo de la persona. «Yo mamé ir de bolos, echar cine, hacer circo… y ya con cuatro años me subí a un escenario en una obra escrita por mi abuelo. Sólo tenía que decir: 'abuelita, tengo hambre'. Me apretaba la mano y estaba pendiente de decir la frase», recuerda. Con 13 años entró en el grupo de teatro de Lerma La Hormiga, dirigido por Ernesto Calvo.
Las inquietudes de Paco Ventura iban más allá. Y tuvo la oportunidad de trabajar como técnico de Cultura en el Ayuntamiento de Lerma durante más de quince años. En este tiempo pudo cumplir el sueño de recuperar en la ermita de La Piedad un teatro que ha consolidado una programación cultural de calidad en Lerma.
«Yo tenía esa sed de estudiar, ir a talleres, cursos… aprender de teatro y el tiempo pasa, y deciden no contar conmigo en el Ayuntamiento. Me quedo sin trabajo pero fue una bendición porque era el momento de volver a las tablas», confiesa. Esa es la chispa para, con Juan Carlos, trasladarse a vivir a La Presa e iniciar el proyecto.
La casa y los espacios aledaños fueron esos lugares tan entrañables en los que sus padres tenían el chiringuito junto a la zona de baño del Arlanza. Miles de recuerdos para Paco Ventura y un sinfín de sentimientos que invaden los espacios, sean vacíos o sean llenos, de La Presa. Porque ahí se vive esa cultura popular sana que impregna cada golpe de tiempo.
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Pero también para Paco, confiesa, era un lugar «de trauma» porque estaba «en mi infancia y juventud, un poco abandonado porque mis padres tenían que atender el negocio y ya de más mayor yo les tenía que ayudar y no podía ir con mis amigos»… Un choque de sensaciones contrapuestas que, ya de mayor y con la perspectiva del tiempo, han cambiado hacia un lugar de encuentro consigo mismo y reconciliado con el tiempo vivido.
Y la Presa tiene esa doble simbología, por un lado, el lugar que todo el mundo conoce, y también «el de la cárcel en la que estaba» por lo antes explicado. Y es un espacio de encuentro, de libertad artística; desde «el respeto y abierto a todas las artes y toda cultura».
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Junto a su compañero Juan Carlos rescataron un cobertizo junto a la vivienda con la idea de recoger propuestas artísticas y culturales de todos lados. Desde 2016, celebran unas jornadas de creadores y artistas de cualquier ámbito: ya sea «tejer, cocina, escribir, hacer teatro, música...» y se suelen juntar y convivir varios días «para compartir experiencias, risas… nos cuidamos».
El espacio está abierto a cualquier manifestación cultural: poesía, lectura, música, tallers, cursos, convivencias, exposiciones… hasta la meditación, que estimulen la creación y el intercambio de experiencias . Y que este lugar despierte la curiosidad de personas del entorno y de otras que puedan llegar desde diferentes lugares de la provincia o de fuera de ella.
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