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El «mulero» al que dejaron morir
CRÓNICA NEGRA

El «mulero» al que dejaron morir

Fernando Bernardo murió en Villadiego tras ingerir 67 cápsulas de cocaína y la banda para que trabajaba lo descuartizó, extrajo la droga y lo abandonó en Francia

Laura Camacho | efe

Domingo, 16 de agosto 2020, 14:32

Fernando lo había hecho muchas veces, tantas que pensó que había llegado la hora de despedirse y saldar su deuda con un último viaje. Y sí, fue el definitivo, porque tras ingerir 67 cápsulas de cocaína, comenzó a sentirse mal. Quienes le suministraban las drogas ... dudaron poco y le dejaron morir para después recuperar el cargamento y deshacerse del hombre.

Los policías del grupo de Homicidios de la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) se toparon con un caso que les suscitó debate. Un mulero asume el riesgo de que puede morir, pero ¿qué pasa si comienza a encontrarse mal y hay pruebas de que no le han auxiliado?.

«Si somos tres y el que se toma la droga empieza a convulsionar y los otros dos se van de la habitación y le quitan su móvil, pues eso es para nosotros un delito de homicidio en comisión por omisión«, explica a Efe uno de los mandos del grupo de Madrid que investigó el caso para dar con quienes habían dejado morir en una casa de Villadiego a Fernando el 7 de julio de 2014.

Sus restos los encontró en septiembre de ese año un deportista que corría por una zona boscosa de la localidad de Tarnès (Francia), a unos 200 kilómetros de Irún. En su propia maleta, sin documentación, atados los brazos y el tronco con una abertura, mientras que en bolsas desperdigadas se hallaron la cabeza y otras partes.

Pronto se identificó a Fernando Bernardo, de 39 años, cuya desaparición había denunciado su madre en Gijón tras un mes sin tener noticias de él. Solo le había dicho que se iba de vacaciones.

El hallazgo permitió poco después relacionarlo con Heriberto Reyes, Yoni, detenido al día siguiente de la muerte de Bernardo cuando trataba de cruzar la frontera con Suiza en un coche que ocultaba casi un kilo de cocaína en cápsulas, que resultaron ser idénticas a los tres cilindros que se encontraron en el cuerpo de la maleta.

Aunque la desaparición estaba resuelta, la muerte del gijonés no había sido esclarecida tras las pruebas que aporta la novia.

Fernando llevaba desde 2011 trabajando para Yoni; era, como muchos otros colaboradores de la red del narcotraficante, adicto a la cocaína y había contraído una deuda por la droga que le suministraba.

Para saldarla -le debía unos 14.000 euros-, le conminaba a ser uno de sus «correos», algo que empezó haciendo desde República Dominicana para meter cocaína en España y luego desde nuestro país a Suiza, porque en 2013 el traficante dominicano se fue a vivir a Berna para abrir una ruta con el país helvético.

Unas veces Fernando Bernardo viajaba en avión hasta Suiza y otras en coche con «Yoni», siempre con la droga ya en su estómago y previamente ingerida en un domicilio de Villadiego, donde el narco había residido y donde la Policía le conocía bien.

No me encuentro bien, me quitan el móvil

El relato de la novia es llamativo porque Fernando la tenía al tanto de muchos de estos viajes, como el de aquel día de julio cuando se intercambiaron varios mensajes.

Le dice, por ejemplo, que se va a tomar un yogur porque, esta vez, le está costando mucho meterse toda la droga, que el viaje se va a tener que retrasar un poco porque no consigue tragar lo que le queda, rememora uno de los agentes. «No me estoy encontrando bien, me quitan el móvil», fue el último mensaje que recibió su novia.

Los agentes de Homicidios tienen pocas esperanzas en que un juez abra investigación sobre el presunto homicidio. Suiza tiene ya a su narco, Francia un cadáver que es español y ha sido identificado y Gijón una desaparición esclarecida.

«Nos fuimos a la Audiencia Nacional y el juez Pablo Ruz, tras recordarles que su competencia no es investigar un homicidio, sí aceptó abrir diligencias para tratar de tirar del hilo sobre una supuesta red de trafico de cocaína que podría estar operando entre España y Suiza y, de paso, igual los policías descubrían quién había estado con Fernando.

El Yoni , recuerdan a Efe los investigadores, no abrió la boca sobre los restos de la maleta. A él, al fin y al cabo, le habían pillado con la droga y sí, era la misma que la que estaba en el cuerpo, pero no había pruebas de que él estuviera implicado en la desaparición del español ni de que él se deshiciera de él.

Descuartizado en una furgoneta empleada para mudanzas

Ya en Burgos y con los contactos de los policías de allí, los agentes localizaron el piso del pueblo de Villadiego, en el que el traficante citaba a sus correos. Su sobrina era una de sus colaboradoras junto con otros dos hombres, también dominicanos, uno de ellos muy amigo de Yoni, apodado El Matarife y que tenía una carnicería.

En el piso no había restos de sangre, algo que extrañó a los agentes. «Cuando volvíamos a comisaría, empezamos a darle vueltas, y se nos encendió la bombilla de que igual no habíamos revisado bien una furgoneta que uno de ellos empleaba para ayudar a hacer mudanzas a compatriotas».

Así fue cómo la Policía averiguó que Fernando había sido descuartizado en el vehículo tras practicarle una laparotomia casera para extraerle la droga.

Con todas las pruebas, finalmente la sobrina de Reyes confesó. Al ver convulsionar y vomitar a Fernando, llamó a su tío, que dio orden de no hacer nada y de que uno de ellos se fuera a comprar bolsas de plástico.

El resto del caso ya está contado. En junio de 2018 la Audiencia Nacional condenó los cuatro narcotraficantes -Yoni fue extraditado a España- a penas de entre 20 y 23 años por los delitos de homicidio y contra la salud pública.

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