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Íñiguez recibiendo la placa de reconocimiento de manos del presidente de AECCA, Andrés López. Juan Carro en 2015. BC
Muere Pascual Íñiguez, el precursor con Félix Rodríguez de la Fuente del arte de la Cetrería
Obituario

Muere Pascual Íñiguez, el precursor con Félix Rodríguez de la Fuente del arte de la Cetrería

Nacido en Briviesca el 17 de mayo de 1929, Pascual Íñiguez está considerado como el precursor del arte de la Cetrería en España. Amigo de Félix desde su juventud, fundó con él Centro de Cetrería de Briviesca en 1954

Martes, 22 de noviembre 2022

Pascual Íñiguez ya vuela junto a su amigo Félix Rodríguez de la Fuente por las alturas de la otra vida, junto a sus amigas las rapaces. Allá se han encontrado hace unas horas; y allá están planificando su vuelo estelar. Mirando al horizonte que, este ... sí, no tiene fin; con los ojos en la profundidad del cielo; con las alas de la libertad y del trabajo bien hecho bien desplegadas y dejando en la estela de ese vuelo mucho amor derramado en vida.

Este briviescano amigo de los animales fallecía este martes dejando tras de sí un legado silencioso, pero muy fructífero, que saben y admiran quienes conocen el arte de la cetrería.

Nacido en Briviesca el 17 de mayo de 1929, Pascual Íñiguez está considerado como el precursor del arte de la Cetrería en España. Amigo de Félix desde su juventud, fundó con él Centro de Cetrería de Briviesca en 1954. Era socio de honor de la Asociación Española de Cetrería y Conservación de Aves Rapaces (AECCA). Y había recibido en su senectud numerosos homenajes de quienes habían recogido su legado.

Jubilado de banca, residía los inviernos en Santurce (Vizcaya), donde se casó, tuvo a sus hijas y donde terminó su vida laboral. Pero Briviesca siempre tenía un hueco los veranos y otras fiestas.

En la web, elliodeabi.com, Pascual cuenta sus inicios así: «Nací en la ciudad de Briviesca (Burgos), donde transcurrió mi infancia y parte de mi juventud. Ya de pequeño, tuve la inquietud por conocer la vida íntegra de las aves nativas y visitantes. Mi padre, Luis Íñiguez (apodado «curilla») me enseñó sus costumbres, anidamientos, colores y cantos. Siendo niño, no dormía la víspera de cazar a la codorniz; pensando que mi padre no me llamara para acompañarle.

Desde Briviesca me trasladé a Bilbao para realizar mi carrera en la Escuela de Altos Estudios Mercantiles y una vez finalizada, volví para disfrutar de unas vacaciones antes de cumplir el servicio militar. En los paseos matinales que servían para entrenar al perro de caza, comprobé como otro joven paseaba con el suyo. Llegamos a presentarnos y me dijo que su nombre era Félix Rodríguez. Hacíamos largas tertulias, sobretodo de aves, las grandes protagonistas. De ahí que soñásemos, con tiempo llegar a cazar con halcones como lo hicieron en la Edad Media».

Su afición por las aves y por el campo se forjó desde niño, aprendiendo, como todos los niños de la guerra, de las aficiones de su padre, muy vinculado al monte, a las costumbres burebanas y a la fauna y flora del lugar.

Como muchos burgaleses del mundo rural tuvo que emigrar para estudiar. Lo hizo a Bilbao para formarse en Comercio. Cuando regresó a Briviesca tuvo la oportunidad de conocer a Félix y con él, formó un tándem perfecto. Sus salidas al campo para observar a las aves les llevaron a los dos a querer y entender a las rapaces. Su trabajo se afianzó en el campo de la cetrería.

Y entre los dos, no sólo recuperaron este arte milenario, sino que lo pusieron de moda en España. Las muestras y exhibiciones de estas majestuosas aves fue un impulso para que se empezaran a crear asociaciones en muchas provincias para entrenar a estas aves que eran lo más preciado de las sierras y cumbres de la Península Ibérica.

Su relación con Félix, que era médico dentista, su amor por la ciencia y por la experiencia, les llevó a encontrar la manera de entrenar a estas aves para convertirlas en expertas cazadoras. Todo al estilo de la época medieval, con lo esto supuso para que el gran público conociera el arte.

Su tarea fue lenta. Un trabajo de campo sin descanso: buscar nidos, encontrar las rapaces; los mejores halcones de la Península. Y después adiestrarlos al estilo medieval. Años de dedicación y amor por los animales, especialmente por los reyes del cielo.

El sueño se había cumplido. Y llegó a oídos y a la vista de todos porque el NO-DO, el Noticiario y Documentales Cinematográficos que se exhibía como previa a una película en todos los cines de España. Durante media hora, los españoles conocieron un arte único que dos burgaleses habían recuperado.

Saltaron a la fama y en la Feria Internacional del Campo en Madrid de 1955, se consagraron delante de políticos, periodistas y empresarios. Hasta Francisco Franco presenció su exhibición. Félix hizo carrera en Madrid y Pascual en Vizcaya.

El mismo Pascual decía: «Félix Rodríguez y yo perseguimos la meta de vivir en consonancia con la Madre Naturaleza». Y no hay mejor resumen para definir su pasión: la cetrería. Descansa en paz, Pascual. Con las condolencias de la dirección y de la redacción de BURGOSconecta y con el abrazo emocionado a su familia, en especial a su mujer, María Ángeles García, y a su hija Silvia.

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