Tres rutas y un destino: La Ebro Gravel Race de Miranda de Ebro

Y muchos fueron los expertos y aficionados a este deporte quienes se interesaron por una carrera que, a la postre, logró congregar hasta ochenta ciclistas, procedentes de localidades como Burgos, Vitoria o Logroño. Un «éxito rotundo», a juicio de la organización a la que también hay que reconocer el acierto de haber propuesto un llamativo recorrido por territorios muy cercanos a su sede, paradigma del cruce de caminos. Así las cosas, Castilla y León, La Rioja y País Vasco protagonizaron la fotografía de una carrera por «espectaculares paisajes rurales como Antezana de la Ribera, pistas forestales como la subida a Obarenes y caminos sin pavimentar, brindando la oportunidad perfecta para explorar la belleza natural de la zona», según reafirmaba el club en un comunicado.

El gravel es una modalidad de ciclismo que permite circular ágilmente por pistas de grava como si fueran pistas de asfalto, pero permitiendo descubrir rincones naturales a los que no se accede por carretera. Esta ha sido la primera ocasión en la que se ha organizado una carrera de este estilo, donde asimismo pudieron participar bicicletas de tipo BTT, con el único contrincante que el propio ciclista, pues no fue aquella una carrera competitiva. La participación fue, por lo tanto, de lo más variopinta tanto en modalidad femenina, como masculina: desde debutantes hasta experimentados en este tipo de aventuras rodaron en sintonía con el paisaje.

Citados a las 8:20 horas en el punto de salida, neutralizado en la céntrica calle Ramón y Cajal, los participantes de las distintas categorías partieron en dirección al desvío de Orón. Allí se encontraron con el primer punto de avituallamiento desde el cual cada categoría prosiguió con sendas rutas.

Por un lado, la 'Ebro Gravel Ride: 1 territorio' presentaba 50 kilómetros de recorrido, así como un desnivel de 500 metros en el entorno de los Montes Obarenes. Mientras tanto, la '2 territorios' incorporaba el territorio alavés de Lurraldea en una ruta que se prolongaba hasta los 95 kilómetros, agregando un desnivel que alcanzaba los 1.200 metros. Por su parte, la prueba más larga, la 'Ebro Gravel Ride: 3 territorios' también atravesaba el Territorio del Vino por tierras riojanas, alcanzando una distancia de 145 kilómetros y 2.100 metros de desnivel.

Con un mimado programa, el Club mirandés ofreció a los participantes distintos puntos de avituallamiento así como un fotógrafo que siguió la prueba y dejó instantáneas que quedarán para siempre en el recuerdo de los ciclistas asistentes. Sin duda la experiencia requirió de un gran esfuerzo, pero logró satisfacer tanto a los participantes como a los promotores de la iniciativa, que no han dudado en hacer un balance muy positivo de la cita. «Estamos encantados de ver a tantas personas unirse para disfrutar de la bicicleta y la naturaleza» expresaba Pablo, uno de los organizadores.

Tan satisfechos están que ya están pensando en la organización de una nueva edición en 2024, pues están convencidos de que la ciudad del Ebro, zona fronteriza con otras comunidades autónomas, es un lugar idóneo y con muchos parajes naturales por mostrar a los amantes de esta modalidad ciclista. Lo que empezó con una primera carrera promete haber venido para quedarse y convertirse en una tradición en Miranda de Ebro.