Ya es oficial: la banda mirandesa La Regadera vuelve a coger el avión para viajar por Europa en «una gira que promete». Así lo adelantaban Gonzalo Madrid, Diego Hernández y Cristian Seco —vocalista, percusionista y trompetista de la banda, respectivamente—, poco antes del estreno de su cuarto trabajo de estudio en la burgalesa Sala Andén 56: 'No pienso, luego existo'.
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Casi tres años después del dramático punto de giro del 15 de marzo de 2020, La Regadera regresó a las tablas el pasado 18 de febrero en un concierto donde presentaron el disco «más serio o menos fiestero» que han compuesto hasta la fecha. Pero aquella solo constituía la primera parada de una gira que, de momento, también les ha llevado a Madrid y que próximamente les llevará de vuelta a su estimada Holanda, entre otros destinos.
La pandemia del coronavirus y el posterior contexto social en el que incluso la guerra en Occidente recobraba protagonismo tuvieron bastante peso en el carácter de 'No pienso, luego existo': un disco cuyo proceso creativo ha sido «más casero, tranquilo y relajado que nunca». Los músicos reconocían que su modus operandi para con la creación de sus canciones es bastante «natural»: «Nos dejamos llevar por lo que sentimos en cada momento», señalaban.
Es así como la humanidad se sitúa en el epicentro de este álbum que, aunque de manera anecdótica, guiña el ojo a Descartes: autor del 'cogito, ergo sum' que, traducido al castellano, significa 'pienso, luego existo'. Paradójicamente, en esta ocasión, los músicos niegan la mayor. Y es que, «aunque no se trata de dejar de pensar», los artistas de Miranda, que reconocen que todos sus trabajos «tienen algo de filosófico», proponen un momento de evasión a través de ocho canciones adscritos al carpe diem y también al optimismo que caracteriza a La Regadera.
A la vista está que el ser humano no siempre es dueño absoluto de su destino y que, a veces, los hados obran de manera inesperada. Al menos así lo sienten los chicos de la banda. «Veníamos de un año muy bueno y teníamos las expectativas de afrontar otro año mejor, pero a raíz de la pandemia se suspendieron más de cuarenta conciertos», se lamentaban.
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No obstante, con la gira ya comenzada y ahora con muchas más certezas que incertidumbre, La Regadera se prepara para un año de conciertos que continuará forjando la madurez de un grupo a un año de cumplir los diez. Desde su fundación en 2014 y con más de doscientos conciertos a sus espaldas, la banda no renuncia a su buena energía. «Aunque con algunas canas más, mantenemos el compromiso y las ganas de siempre», apostillaban.
«La Regadera está lista para volver a poner patas arriba ciudades y festivales» y, a tenor de la programación que poco a poco van desvelando, no cabe duda de que ya comienzan a materializar su objetivo. Comenzaron «alterando el orden» de la Sala Andén 56 de Burgos: una ciudad que siempre les «ha tratado muy bien» y que el pasado 18 de febrero también contó con la visita de Blake en colaboración con la banda mirandesa.
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Tras su paso por Madrid, este fin de semana visitarán Bilbao y Valladolid, aunque serán numerosos los nombres de las capitales, pueblos y ciudades que continúen protagonizando el cartel de la gira de La Regadera a lo largo de este 2023. Recorrerán salas de toda la península y también unos cuantos festivales.
Por el momento, confirman su visita al Viñarock de Villarobledo y al Weekend Beach de Torre del Mar y, sin querer desmerecer ninguno de los eventos, se muestran con ganas de acudir también a otros festivales que, aunque más pequeños, tienen el mismo potencial de hacerles disfrutar de su trabajo como músicos. Y es que, a veces, han tenido que enfrentarse a actuaciones es en las que, a pesar de la gran cantidad de gente congregada, «solo veinte personas te están viendo porque la hora es mala o ya están muy pasados…». Un panorama poco atractivo para una banda cuyo punto fuerte, sin duda, se encuentra en su conexión con el público al que siempre —o casi— consiguen hacer bailar y disfrutar de sus canciones.
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Precisamente en este punto, Madrid, Hernández y Seco recordaban su primer periplo por Holanda, un destino en el que no tenían puestas demasiadas expectativas por la diferencia idiomática, pero que sin duda superó con éxito cualquier idea preconcebida. «No nos conocía nadie ni se sabían las canciones, pero lo dieron todo», apostillaba Hernández visiblemente satisfecho.
«Ir a Holanda era un reto», agregaba Madrid. Un desafío, un lance, al que volverán a enfrentarse en este 2023, aunque ahora con las expectativas más altas. Así lo confirman desde La Regadera que ya desvela el primer destino internacional de su gira.
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