Los premios 'Carmen La Churrera' reconocen a los «héroes sin capa» de Miranda

Aludiendo por tercer año consecutivo a Carmen Fernández Tamayo 'La Churrera', —militante fallecida del PCE en Miranda de Ebro—, la organización política convocó una nueva cita para reconocer el trabajo de quienes contribuyen a «transformar nuestra ciudad y el mundo en un lugar más justo, solidario, humano y fraternal». Porque, «ideas al margen, es momento de que la sociedad en su conjunto reconozca que colectivamente nos podemos ayudar para hacer un mundo mejor». Así lo declaraba el edil y militante Guillermo Ubieto durante un pequeño discurso mediante el que reivindicó y agradeció la labor de los galardonados.

Ocho fueron los premios concedidos. Desde el culturista Ismael Barrio hasta el director artístico Calixto Bieito, ocho nombres y organizaciones fueron reconocidas en una gala que logró congregar a centenares de personas en el salón de actos de la Casa Municipal de Cultura. Y entre el público, aguardaban los premiados su momento de agradecer para, al mismo tiempo, autoafirmarse en sendos desempeños, altruistas y vocacionales.

Así, a Ismael Barrio le sucedieron los trabajadores de Montefibre convocantes de la primera huelga de tamaña empresa asentada en Miranda. José Antonio González, uno de los dos representantes de aquel grupo de huelguistas fue el encargado de hacer un repaso de lo que supuso aquel movimiento acaecido aún en tiempos del dictador Franco, en 1973. «Descubrimos que con la lucha podíamos conseguir progreso y calidad de vida y, por suerte, todavía quedamos algunos con memoria para trasladar nuestro relato a quienes quieran coger el testigo y seguir escribiendo páginas hermosas en la historia del movimiento obrero mirandés», manifestó.

La Banda de Música fue otra de las premiadas, «por su trabajo silencioso y por su dedicación a Miranda». Y aunque «precisamente silenciosos» no son, tal y como puntualizaba, aguda, la directora de la agrupación musical, María del Mar Magán, la formación agradecía, «con humildad y orgullo», el reconocimiento y se reivindicaba sobre las tablas. «La Banda ha contribuido enormemente con la cultura musical de la ciudad; a partir de la Banda se formó el Conservatorio y de ella han salido grandes músicos», apostillaba el veterano José María Alonso, clarinetista de la agrupación desde hace sesenta y dos años.

También el C.B. Cronos recibía su particular homenaje «por fomentar el esfuerzo y el compañerismo a través de un deporte tan bonito como es el baloncesto»; deporte que, si bien es secundado por muchos niños y jóvenes, aún demanda «muchos equipos femeninos en todas las categorías», como reconocía su presidente.

José Julián Clemente González —el gran ovacionado— fue el siguiente galardonado por su incansable colaboración con Aspodemi, la Asociación de Padres y Familiares de Personas con Discapacidad Intelectual de Miranda de Ebro. Citaba a Miguel Ríos porque «los viejos rockeros nunca mueren», del mismo modo que su voluntad altruista tampoco. Padre de Jorge, se le vino «el mundo encima» cuando a los nueve meses de nacer su hijo les informaron sobre su discapacidad, pero más de cuatro décadas después, su decisión de «vivir felices» parece haberse materializado por completo. Y como «esta gente te engancha», no sorprende que Julián lleve desde 1988 y casi de manera ininterrumpida colaborando en la junta directiva de la asociación mirandesa.

También Susana Lastra, Rosa María Martínez y Rosa López saben lo que es colaborar desde la directiva con una organización enfocada, asimismo, en «mejorar la vida de las personas». El PCE no se olvidaba de la Asociación de Fomento de Cultural de Mayores donde tan «a gusto» han trabajado. Con la simplicidad de un «gracias» mostraban su honesta gratitud.

La Plataforma Mirandesa de Voluntariado también fue premiada en tanto que, «desde la solidaridad y la participación ciudadana» contribuyen a «una mejor ciudad en la que todo el mundo tiene cabida». Y por último, Calixto Bieito, el más internacional de los premiados, recibía su reconocimiento en manos amigas, pues su trabajo —ahora asentado en Colonia, en Alemania— le impedía personarse en la Casa de Cultura para recoger aquel trofeo en forma del tornillo de las traviesas del tren. Pero no se olvidaba de Miranda de Ebro.

«Alguno de estos días no os extrañe ver a un señor calvo corriendo por la orilla el Ebro, no muy rápido, pero todavía buscando agua fresquita», relataba para finalizar dedicando a sus padres el premio Carmen 'La Churrera'. «A Josefa Guerrero y a José Antonio Bieito, mis padres, por su tenacidad y su lucha, porque por ellos seré siempre un mirandés», sentenció.