Miranda y sus moteros rugen en la última edición de Campturis

Un género sonoro muy particular al que también se agregaron centenares de adeptos, en cierto modo, ajenos al círculo motor. «Yo no soy motera, pero me he sumado a la concentración porque está muy bien organizada, es muy entretenida y te permite disfrutar de algo distinto a lo habitual en Miranda», explicaba Ángela, una de las asistentes, en las inmediaciones del pabellón Multifuncional de Bayas donde se ubicaba el recinto principal del evento.

Con la programación de esta edición la organización aspiraba a atraer a todo tipo de públicos y lo cierto es que la jornada se presentaba muy atractiva tanto para los moteros —nativos y foráneos—, como para el resto de los vecinos de la ciudad del Ebro. Trascendiendo actos como el principal relativo a la ruta motera por la comarca de Miranda, multitud de vecinos tuvieron ocasión de compartir un sábado diferente junto a la afición motorista procedente también del País Vasco, La Rioja, Cantabria, Aragón, Cáceres, Madrid y Salamanca.

Tal fue el caso de Ángela que, aunque sobre todo se sintió cautivada por la programación vespertina, no dudó a la hora de acercarse al concierto que 'The Seekers' ofreció en la Plaza de España al mediodía. Allí, además, varios locales hosteleros contribuyeron con la organización de un atípico pintxo-pote —acaecido al mediodía y en sábado— que congregó a centenares de personas.

Tras una 'comida de hermandad' limitada a las personas inscritas, pronto se pudo retomar la comunión entre los moteros y el resto de ciudadanos de a pie para los que el Ayuntamiento de Miranda habilitó un servicio gratuito de autobuses, con salida en la Iglesia de San Nicolas y destino —salvando las distancias— junto a Los Ángeles del Infierno del Multifuncional. Allí, los juegos moteros, los espectáculos de acrobacias, los conciertos y, sobre todo, el rock and roll generaron una atmósfera californiana donde el bramido de las motos, el olor a gasolina y a rueda quemada supieron evadirse incluso de la lluvia que a última hora de la jornada menguaba el público asistente.

No obstante, es posible que la afición motera también decidiera retirarse a tiempo para descansar, —bien en la zona de acampada que habilitó la organización, o bien en las centenares de habitaciones de hotel que ocuparon— y así, poder disfrutar de la jornada matutina del domingo.

Los últimos coletazos del rugir motero resonarían de nuevo en Miranda, aunque no para gusto de todos. También han sido varias las personas que han denunciado el «ruido» ocasionado por algunos motoristas durante la madrugada y la «excesiva velocidad» que tomaban en algunos puntos del extrarradio mirandés. En cualquier caso, serían cuantos menos, pues en general imperó un ambiente afable, motero, que quizá sí pudo nublar el civismo de algún conductor extasiado.