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Con un cielo parcialmente nublado y una buena temperatura emergió el bombo de las aguas del río Ebro este sábado. La Orden del Bombo, fiel a la tradición, logró rescatar el bombo sumergido en el Ebro al que centenares de mirandeses aguardaban aquende el río ... para celebrar, con entusiasmo, su salida de las aguas y entonar el ya mítico grito de «¡Ese bombo!».
Acompañado ya por San Juan del Monte, el bombo se dirigió a la balconada de la Casa Consistorial junto a una comitiva integrada por la Orden del Bombo y la Orden del Santo, así como por los bombistas mayores de las cuadrillas y la junta directiva de la Cofradía. Allí, tanto Anthea Fernández, del Buen Humor, y Cristian Valle, de La Gresca —visiblemente emocionados—, darían el Bombazo y harían estallar la algarabía de ruido y color en la Plaza de España, exactamente a las 18:22 horas. En la tarde del viernes se vivió el pregón de las fiestas.
A la sanjuanera de El Buen Humor se le saltaban las lágrimas de los ojos incluso antes de tomar la maza del bombo, y con respecto al de la Gresca, cabe mencionar que la euforia con la que inicialmente arengaba a las masas, poco a poco, se metamorfoseaba en emoción desbordada. No en vano, estaban viviendo «la mejor experiencia de su vida», según declaraba Anthea, y en el caso de Cristian sucedía de una manera muy especial.
Maza al aire y mirada al cielo, Cristian le dedicaba el Bombazo a su padre fallecido. Una persona que durante años asumió un papel fundamental en las fiestas sanjuaneras al colocar los pañuelos característicos sobre el lomo de los leones del puente Carlos III en señal de que, en efecto, la fiesta comenzaba. «Miraba al cielo por mi padre», confesaba el sanjuanero mayor, portando la boina de su progenitor y el pañuelo de la cuadrilla Los Chachis que también antaño él llevó.
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Tanto Cristian como Anthea han disfrutado al máximo del Bombazo porque «es algo que solo pasa una vez en la vida». Y aunque anualmente el evento se repite en la plaza de España —a excepción de lo acontecido a raíz de eventos extraordinarios como el coronavirus—, la población local y foránea también ha disfrutado del acto como si este fuera el bombazo de sus vidas. De hecho, bien pasadas las 19:00 horas, centenares de personas se resistían a moverse de la plaza de España donde la música y el buen ambiente han acaparado todo el protagonismo.
La tradición de la resurrección del bombo, el acto principal y más simbólico de las fiestas sanjuaneras, se remonta a 1977. Pero la fiesta, no exenta de símbolos católicos ha continuado en la Iglesia de Santa Maria, donde tiene lugar la tradicional Salve Popular y la imposición del pañuelo a la patrona de la ciudad, la Virgen de Altamira. A partir de ahí los mirandeses han proseguido la fiesta por las calles de la ciudad junto a sus respectivas cuadrillas, hasta un total de sesenta y nueve.
Espectacular, como es habitual, ha sido el inicio de estas fiestas que finalizarán el martes 30 de mayo, día de San Juanín y cuyo día principal es el lunes de Pentecostés en el que la mayor parte de la gente de Miranda de Ebro acude al monte de San Juan en romería a celebrar su fiesta más popular.
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