La calle cuyo nombre ostenta el humanista Francisco Cantera en Miranda de Ebro habrá de compartir, desde este mes de octubre, algunos metros de altura con el arquitecto Tomás Bilbao. No en vano, el edificio que el bilbaíno proyectó y edificó en en el número ... 2 de la citada calle, allá por 1931, ha sido merecedor de incorporarse en el registro del Docomomo, una organización internacional creada en 1990 «con el objetivo de inventariar, divulgar y proteger el patrimonio arquitectónico del Movimiento Moderno».
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En las horas más bajas de este edificio de viviendas, ahora abandonado y otrora símbolo del cambio del paradigma arquitectónico hacia el racionalismo o movimiento moderno, el Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla y León Este (COACYLE) ha querido destacar su valor arquitectónico. Y así quedó constatado este jueves, 5 de octubre, en un acto en el que Javier Achirica, el presidente de la Demarcación burgalesa, respaldado por algunas autoridades políticas locales, así como por diversos colegas de profesión, colocó la placa distintiva en la desgastada fachada del inmueble que custodia la confluencia con la calle de La Estación desde hace ya noventa y dos años.
«Nos hemos decantado por este edificio residencial de Miranda como aliciente para que el futuro propietario decida intervenir en él y no perder el patrimonio edificado», reconocía Achirica, para posteriormente incidir en que «sería una pena y muy grande».
De esta manera, ya son cuarenta y siete las edificaciones que la provincia de Burgos suma en este registro para el que Miranda aporta cerca de una decena. «Una representación importante», de acuerdo con Achirica, donde destacan construcciones como la del instituto Fray Pedro de Urbina o el edificio de Correos.
«No todos los edificios pueden pertenecer a la Fundación», explicaba el Presidente de la Demarcación. Sin embargo, El número 2 de Francisco Cantera ha sido «merecedor» de incorporarse al registro del Docomomo «por ciertas características de los vuelos, de los aleros, por los valores de la composición de fachada y de la composición en planta»..., en definitiva, porque este edificio «tiene algo que le hace distinguible entre los demás».
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De acuerdo con una publicación del ahora concejal de Cultura, Turismo, Rehabilitación y Patrimonio Histórico, Carlos Díez Javiz, «el edificio consta de planta baja, originariamente destinada a 'cafetería, bar, pastelería y obrador', una entreplanta para almacén de los antedichos servicios y cuatro plantas para viviendas».
Finalizado en octubre de 1931, Tomás Bilbao planteó un inmueble extremadamente moderno que entrañaría a la población mirandesa por la innovadora concepción de su diseño. No en vano, a partir de entonces el Movimiento Moderno penetraría con toda su fuerza en la arquitectura de la ciudad.
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Casi un siglo después de aquello y tras haber pasado por multitud de manos propietarias, el edificio se encuentra deshabitado y prácticamente abandonado. Tal vez cueste imaginar el antiguo esplendor de un inmueble que fue pionero en la ciudad del Ebro, pero lo cierto es que la placa que ahora luce en la descascarillada pared ubicada junto al portal -lienzo de diversos grafitis- constituye un recordatorio necesario sobre la importancia de preservar el patrimonio arquitectónico de las ciudades, inclusive Miranda. Quién sabe dónde se esconde la octava maravilla de nuestro mundo.
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