«En los primeros días del fenecido marzo, y en éste como en los demás años anteriores, celebróse en Miranda la tan renombrada feria, a la cual acuden ganaderos de un confín a otro de la Península». Así arrancaba su reseña sobre la Feria del ... Ángel un periodista de Miranda de Ebro en el año 1930.
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El cronista entonces se lamentaba de aquellas personas que no hubieran tenido la oportunidad de ver «el pintoresco espectáculo que forma el ganado vacuno y caballar». Una exhibición que, noventa y siete años después, poco tiene que ver con el panorama de la Feria del Ángel en la actual Miranda.
Esta mañana muchos han sido los viandantes sorprendidos por la notoria ausencia del ganado en una feria que, según el propio Consistorio, se erige en una «cita con la ganadería, fundamentalmente caballar». Tan solo dos ganaderos, de origen cántabro y riojano respectivamente, han acudido a la llamada, pero sus animales no han llegado a pisar suelo mirandés.
El primero ha decidido marcharse nada más llegar y el segundo, aunque ha aguardado un rato más expectante, finalmente optaría por hacer lo oportuno. Y es que, para el asombro de los ganaderos, al llegar a Miranda se les ha exigido un certificado de desinfección del vehículo que previamente ya habían pagado en su lugar de origen, pero que deberían actualizar en Miranda si querían realizar la descarga del ganado: tres caballos, dos burros y dos ponis que no han llegado a pisar estos lares, pese a que el espacio había sido dispuesto para la ocasión.
Sergio Jiménez, el ganadero riojano, lamentaba las múltiples «trabas» con las que, cada vez de manera más frecuente, se encuentra el gremio debido a que «esto hará que las ferias terminen por desaparecer». La misma decepción ha debido de experimentar la excursión de escolares que se acercaba hasta la feria con el objetivo de observar estos animales tan atípicos en el panorama actual de las ciudades, después de percatarse de que lo único que verían serían unas vallas cuya presencia ya era fútil.
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Desde el Consistorio, no obstante, ya esperaban en cierto modo esta gran carencia. Inés Busto, la concejala de Fiestas, Ferias, Comercio y Consumo, en declaraciones a este medio ha explicado que hace un par de días los ganaderos ya comenzaron a llamar preguntando por la continuidad de la feria. No en vano, el temporal de frío y nieve complicaría bastante el traslado de los pocos ganaderos que, a día de hoy, continúan practicando la ganadería extensiva, alejada de las macro-granjas y enfocada en la compraventa al por menor de cabezas de ganado.
En lo que a la desinfección respecta, Busto ha señalado al Servicio Sanitario de la Junta de Castilla y León. Es este organismo el encargado de definir las exigencias para la descarga del ganado en esta comunidad y, por ende, «el Ayuntamiento no puede saltarse las normas». A pesar de que la concejala comprendía el «esfuerzo» de los granjeros, incidía en que, bajo cualquier circunstancia, los ganaderos deberían desinfectar nuevamente sus camiones si querían descargar sus animales.
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Más optimistas se mostraban los artesanos y agricultores presentes en esta feria —desangelada en términos ganaderos— que comienza a erigirse en un mercadillo que, no obstante, sí ha tenido buena acogida entre la ciudadanía mirandesa. Así lo aseveraban dos carniceros alaveses que, con mucho ánimo y desparpajo, vendían su producto, «de muy buena calidad», desde primera hora de la mañana.
Lo cierto es que, aunque los vascos recomendaban un café previo al chorizo, decenas de personas han probado su producto al tiempo que deambulaban por el mercadillo de la calle Eras de San Juan como antaño lo debieron de hacer mirandeses y forasteros. Concretamente desde el año 1.332, cuando el rey Alfonso XI autorizó esta feria en aras de evitar un éxodo hacia otras zonas de la península.
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Sin embargo, tras casi setecientos años de Historia en Miranda, en este 2023 la Feria del Ángel ha sufrido un fuerte revés del que tal vez pueda recuperarse de cara al 2024. Parece complicado, «es una feria que se celebra más por tradición que por la venta en sí misma porque ya apenas hay cabezas de ganado», reconocía la edila. Sin embargo, Miranda no perderá la esperanza de que, como relataba aquel periodista en 1930, «en toda la manzana de casas que forma por un lado la calle de San Lázaro, vénse salir innumerables caballos y caballitos de preciosa estampa y airosas yeguas».
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