Siempre tuvo vocación auxiliadora, pero no fue hasta julio de 1.948 cuando definitivamente comprendió su «misión en la vida»: ayudar a las parturientas a traer a sus descendientes al mundo. Sucedió durante el parto de «la primera», la niña mirandesa que en aquel julio ... del 48 nació con los hombros fracturados y a la que una joven Elvirita, matrona recién egresada, entablilló los brazos garantizando su curación y buen estado de salud durante muchos años.
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Así lo recuerda su hija Inma Marín casi setenta y ocho años después del día en el que su madre, Elvira Angulo Merino, 'La Matrona de Miranda', se enamoró de la profesión que le acompañaría hasta el día que «la jubilaron» al cumplir los 70 años. Se retiraba del mundo laboral, pero tras de sí amarraba incontables partos que, pese a las similitudes propias de la especie, atesoran historias únicas de las que la matrona fue guardiana durante toda su vida. No en vano, «era una mujer muy inteligente y con una memoria extraordinaria que preservó hasta el final de sus días», según reconocía Marín.
«Por suerte», su labor fue muy reconocida en vida. De hecho, «era un lujo pasear con ella y que la gente la parara para transmitirle su cariño». Aun y todo, también a título póstumo, el trabajo de Elvirita sigue siendo reconocido. Así lo ha evidenciado este miércoles, 29 de marzo de 2023, la Alcaldía de Miranda que, «en nombre de la Corporación y en reconocimiento a la gran labor realizada» por quien lograra erigirse en «la madre de todos los mirandeses», ha concedido el León de Oro a Elvira Angulo Merino: el máximo distintivo otorgado por el Consistorio mirandés.
Elvira Angulo Merino nació el 7 de septiembre de 1927 en el pueblo alavés de Pobes. Primera de siete hermanos y aún con diecisiete años, se trasladó a Madrid para cursar su carrera de matrona a fin de ayudar en su trabajo a su padre Don Leandro, que era tocólogo. Apartó, por tanto, su idea de dedicarse a las misiones porque, precisamente, «su misión en la vida era otra».
Con diecisiete años, Elvirita lo tenía claro. Ya entonces daba muestra de su carácter insurgente al modificar su documento identificativo «con una cuchilla de afeitar» para transformar el siete de su año de nacimiento en un seis y, así, sumarse el año que le faltaba para poder emprender la carrera. No pudo, en cambio, convencer a su entorno de estudiar medicina como sí pudo hacerlo después un hermano suyo, «ya que aquella no era una profesión considerada para mujeres».
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En cualquier caso, logró aceptar su destino, apoyándose en la fe y en su devoción por la Virgen de Angosto que, según la religión católica, es abogada de los partos y protectora de los niños. Una advocación mariana frente a la que Elvirita prometió casarse, pese a las circunstancias adversas por ubicarse en un monasterio de frailes. Pero Elvirita era mujer de ideas claras. «Pidió reunirse con el obispo logrando convencerle de que les permitiera casarse allí por no incumplir una promesa a la Virgen», explicaba Marín apuntando que la de su madre se convirtió en la primera boda celebrada en el lugar. Después de ella muchas han sido las parejas desposadas en el monasterio, inclusive las de sus propios hijos que han consolidado una tradición familiar.
Madre, mujer instruida, culta, trabajadora, aficionada al piano y también a las motos de las que nunca se separó, motorizada incluso en silla de ruedas en sus últimos días… Nada le frenó para con las decisiones de su vida que, por cierto, dirigió a su antojo hasta minutos antes de ser enterrada. Y es que a Elvirita «le daba mucho miedo la soledad y, cuando ya sabía que se iba a morir, pidió que, por favor, no la dejáramos sola en el tanatorio porque son sitios muy fríos». Elvirita, Elvira, que siempre mantuvo sus ganas de vivir, congregó aquella noche a sus hijos en la fría sala del tanatorio donde, entre todos, se dieron algo de calor para afrontar la pérdida de una mujer que se erigió en referente y que abrió camino a otras mujeres como, por ejemplo, a su sucesora: Maite 'la Matrona', a la que Inma Marín —también matrona inspirada por su madre—, ha querido hacer especial alusión.
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Nuevamente, tal y como reconocían los descendientes de la mirandilla en el acto celebrado a partir de las 18:00 horas en el salón de plenos del Consistorio, Elvirita ha logrado reunir a todos sus hijos para recoger el León de Oro con el que «la ciudadanía de Miranda» ha vuelto a reconocer a 'La matrona de Miranda', convertida hoy en «un ángel motero».
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